El mes pasado, en Tierra del Fuego, el CONICET brindó capacitaciones para cultivar cannabis y hacer extracciones de calidad. Semanas después, a casi 4 mil kilómetros de distancia el Estado correntino presentó su proyecto para la investigación y producción de cannabis medicinal. Es un hecho: el fenómeno cultural, social y económico en torno a la planta atraviesa Argentina, de punta a punta.
También recorre los pasillos del profuso Estado Nacional. Diferentes organismos públicos estudian alternativas para seguir avanzando sobre el marco normativo disponible generado a partir de la ley nacional que regula el cannabis medicinal.
Primero involucró de manera directa al Ministerio de Salud, desde donde se impulsó una reglamentación amplia de la Ley de Cannabis Medicinal de la mano las organizaciones sociales: hoy en el país se puede cultivar de manera completamente legal a partir de inscribirse en un registro público, el ya popular Reprocann.
Si bien no faltaron quienes se resistieron a este cambio desde la Justicia y diferentes fuerzas de seguridad, la normalización está en marcha. De hecho, la policía bonaerense, la más grande del país, comenzó a recibir cada vez más capacitaciones a fines de conocer y respetar los nuevos derechos que asisten a personas usuarias y cultivadoras.
Por su parte, lo que fuera el Ministerio de Desarrollo Productivo, impulsó junto con diferentes legisladores el proyecto de ley que, votado favorablemente en el Parlamento, busca darle un marco normativo a la industria del cannabis medicinal y el cáñamo.
En ese contexto y con el fin de fortalecer las condiciones reales del desarrollo de una industria nacional el Instituto Nacional de la Semilla (INASE) dio los primeros pasos para generar un mercado legal de semillas de cannabis con énfasis en la producción local.
A su vez, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) impulsó el desarrollo de las cooperativas ligadas al cannabis, con el fin de que esa producción nacional cuente también con modelos basados en la asociación y la creación colectiva, características que forman parte esencial del trabajo que desde hace años hacen criadores y cultivadores.
La última novedad institucional tuvo como protagonista al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) que estableció una mesa de coordinación relacionada al cannabis con todas las otras dependencias nacionales que ya están trabajando sobre el tema.
La sociedad borra cada día y en cada acción las falsas líneas divisorias entre los diferentes usos del cannabis que las leyes, por razones más políticas que por apego a la realidad objetiva, tienden a mantener
La primera posta en ese camino será la reglamentación de la ley industrial, lo que implica la creación de la Agencia Regulatoria de la Industria del Cáñamo y del Cannabis Medicinal (ARICAME) que estará a cargo de implementar la primera regulación del cannabis del país. Se trataría de una plataforma institucional y legal inédita.
Sin embargo, no será la que ponga fin a la prohibición del cannabis y garantice una regulación integral que contemple a todos: desde un proyecto productivo a gran de escala para proveer derivados medicinales, hasta quien tiene una planta en su balcón para asegurarse unos cogollos con los cuales disfrutar un día de descanso.
Por su parte, la sociedad borra cada día y en cada acción las falsas líneas divisorias entre los diferentes usos del cannabis que las leyes, por razones más políticas que por apego a la realidad objetiva, tienden a mantener.
Un ejemplo elocuente lo dio en las últimas semanas Mamá Cultiva (MCA), la organización que protagonizó el impulso de la legislación medicinal, al decidir lanzar un sustrato de cultivo con su sello, eligiendo como socio a uno de los criadores más respetados de la Argentina.
“Esto significa recuperar saberes de quienes construyeron otra normalidad”, dijo Valeria Salech, presidenta de MCA. “Es reconocer a personas que apostaron al cultivo a pesar de la prohibición”, aseguró, dejando en claro algo central: solo es posible un futuro mejor si los derechos alcanzan a todas las personas que usan y cultivan cannabis.