Juan Cruz Bandini tiene 28 años y a los 16, en un accidente de autos, se fracturó dos cervicales. La lesión le provocó una cuadriplejia espástica con vejiga neurogénica. El cannabis lo acompañó desde el principio, pero en su historia la planta ocupa un lugar que va más allá del terapéutico.
Juan Cruz es de Venado Tuerto (Santa Fe) y forma parte de la selección nacional de quad rugby (rugby en silla de ruedas), que en marzo del 2023 competirá en los sudamericanos en Foz de Iguazú, Brasil. Si les va bien, el equipo tiene chances de competir en los próximos Paralímpicos.
Por eso, cuando habla de su experiencia con el cannabis vuelve una y otra vez sobre lo que significa para su rendimiento físico. La clave, según Juan Cruz, está en el autoconocimiento: saber cuánto consumir, cuándo y de qué forma.
En su caso, el cannabis lo ayuda -sobre todo- a regular la espasticidad. Y, a diferencia de la gran mayoría de los consumidores terapéuticos, él comprendió que fumar era lo que más resultados le daba. El aceite interfiere en su dieta y las extracciones puras demoran mucho en hacer efecto. “Tarda entre 45 minutos y una hora y media. Entonces, si me levanto y tengo que hacer veinte cuadras para ir al banco, capaz que en la primera parte del trayecto tengo que frenar mil veces porque se me disparan los espasmos”, cuenta a THC.
Cannabis medicinal: exploración y autoconocimiento
Después de haberse lesionado, Juan Cruz se mudó a Buenos Aires para hacer un tratamiento de rehabilitación. Ese fue uno de los momentos de quiebre: conoció personas que tenían una mirada no limitante sobre la discapacidad, se sumó a un equipo de quad rugby y empezó a pensar a la marihuana desde otro punto de vista.
“El descubrimiento fue un camino personal y con los pibes, con mis amigos. Ellos eran los que me decían: ‘Che, llegaste temblando como una hoja, te fumaste dos secas y te empezaste a mover mejor, te podés pasar de un lugar a otro con más facilidad’. Pero recién cuando me mudé a Buenos Aires fue que me involucré en serio, empecé a cultivar y a aprender”, cuenta.
De a poco, comenzó a bajar la cantidad de medicación que le habían indicado. Después del accidente, tomaba en total 13 pastillas (para la espasticidad, para los dolores neuropáticos y para la vejiga). En la actualidad, solo toma dos. “Fue un proceso de toma de sconsciencia sobre cómo te hacen farmacodependiente en el sistema de salud”, agrega.
Con el tiempo, Juan Cruz fue descubriendo qué cantidad fumar. “En general, a la mañana fumo cuatro o cinco secas mezcladas con tabaco. Eso es suficiente porque me afloja, pero no me conviene que sea mucho más porque me deja como una babosa. En el mundo medicinal la espasticidad está vista como algo totalmente malo, algo que hay que eliminar por completo. Pero con tantos años, yo aprendí a darle una función a esos espasmos. Obvio que si están descontrolados no puedo hacer nada, pero también es cierto que en alguna medida hacen la parte de abajo de mi cuerpo se mueva, haga fuerza. Es como que me sostiene”, cuenta.
Cannabis y deporte
Juan Cruz hizo deporte toda la vida: a los 11 años recorrió ocho países europeos en una gira con sky y poco después se dedicó de lleno al fútbol. Formó parte de la selección regional, después se sumó al club Newell’s y más tarde a Vélez. A los 15 volvió a Europa y jugó en equipos de Italia y España. El accidente llegó en ese contextó: iba viajando desde Venador Tuerto a Capital para hacer trámites para vivir en el exterior.
A pesar de que la lesión cambió por completo sus planes, no le impidió seguir con los deportes. Antes de llegar al quad rugby hizo ciclismo adaptado y ping pong. “El prejuicio con el cannabis está en todos lados, también en el deporte. Pero de a poco se van abriendo las cabezas”, reflexiona.
Le pasó hace poco, cuando su entrenador le insistía con que no fumara para entrenar. Juan Cruz le propuso una prueba: entrenar medio tiempo sin cannabis y medio tiempo habiendo consumido. “Al final me dijo que hubo cosas que le gustaron más cuando estaba careta y otras que le gustaron más después. Por eso yo hablo tanto del equilibrio y de que a cada uno le funciona diferente”, insiste.
En la Argentina hay alrededor de 70 jugadores de quad rugby y 16 forman parte de la selección. “Del grupo somos más o menos 10 los que consumimos fuerte cannabis”, cuenta Juan Cruz y agrega que desde que se creó el Registro del Programa Cannabis (Reprocann) no tienen ningún inconveniente cuando viajan por la Argentina a competir. El problema aparece cuando tienen que ir al exterior.
El cannabis en los Paralímpicos
No solo se trata de ir a países donde el consumo de cannabis no esté regulado. A nivel olímpico, además, hay pruebas de dopaje que pueden dejar afuera a cualquier jugador que dé positivo, incluso aunuqe pueda certificar su consumo terapéutico. No hay flexibilidad ni siquiera con el CBD aislado.
“La última vez que jugamos en Colombia, en marzo, nos manejamos mal. Mandamos un mail por la situación de dos jugadores, explicando por qué necesitábamos darle un uso terapéutico al cannabis y preguntando si había algún tipo de contemplación al CBD. Desde Colombia no nos respondieron, sino que mandar un mail a las autoridades argentinas. Fue casi como una alerta de ‘vienen narcos'”, cuenta Juan Cruz y se ríe.
Por eso, cada vez que se acerca una competencia Juan Cruz corta el consumo y lo reemplaza con medicación tradicional. “Te hacen análisis de orina y el THC y el CBD deja rastros normalmente un mes, o menos si comés mucha fibra. El tema es que como yo no transpiro y mi cuerpo se desenvuelve de otra forma suelo dejar pasar más tiempo”, cuenta. En su caso calcula que lo ideal es no consumir durante dos meses.
Sin embargo, Juan Cruz no lo vive como un problema. Al contrario. “Yo me quejo, pero también le agarré el gusto a dejar de fumar con las competencias. Hay un punto en el que generás resistencia… me empecé a dar cuenta cuando veía que me había fumado un porro entero a la mañana y seguía con espasmos. Entonces, noto que tambén me sirve de vez en cuando aflojar. Además, porque quiero jugar porque tengo la celeste blanca en el pecho y porque sé que en unas semanas puedo volver a consumir sin problemas”, dice.
Cannabis y discapacidad
Casi sin darse cuenta, Juan Cruz se fue convirtiendo en un militante de varias causas en simultáneo. Habla con conocimiento y sin tabú sobre discapacidad, cannabis y deportes adaptados. Cuando comenzó la pandemia volvió a vivir a Venado Tuerto y ahí encontró compañeros con los que fundaron “Venado Planta Salud”, una organización que busca generar conocimiento sobre el cannabis medicinal y acercarlo a personas con discapacidad o con menores recursos.
“Soy la primera cara renga de Venado. Es una bandera que me enorgullece porque quizás me ve otro rengo y le inspiro algo bueno, pero también me da paja porque es tener que salir a romper prejuicios cada vez que salgo a la calle”, cuenta Juan Cruz y agrega: “Al tema de la silla sumale el cannabis. Hubo gente que hasta llegó a decirle a mi vieja que yo vendía falopa, ni siquiera porro. De pronto era el anrco lisiado del pueblo”.
De todo eso Juan Cruz se ríe. Hace unos años unos amigos lo filmaron armándose un porro. El video circuló por toda América Latina y le llegaron mensajes de uruguayos, paraguayos y chilenos en una situación similar a la de él celebrando su hazaña. Un amigo kinesiólogo le suele pedir que se filme en situaciones cotidianas, como cuando se cambia de ropa, para que otros pacientes vean que se puede.
“A veces te da fiaca, pero es como una contribución social. A veces me encuentro hablando de esto sin querer. Por ejemplo, el otro día estuve en un festival y me puse a charlar con una chica que tiene esclerosis lateral múltiple. Al final, terminé militando por el lado rengo y por el lado cannabis. Le conté del Reprocann, le dije que en Venado tenemos un médico buenísimo y me contó de sus espasmos. Ahora voy a ayudarla a averiguar a sacar el Certificado Único de Discapacidad”, cuenta.