En los mamíferos, incluidos el ser humano, existe una fábrica de marihuana en miniatura, repartida por todo nuestro organismo. Se llama sistema endocannabinoide (SEC) y cumple funciones importantísimas para la vida.
El crecimiento y la caída del cabello, la digestión o la sensación de hambre y sueño tienen en común una cosa: son mantenidas en equilibrio y correcto funcionamiento por el sistema endocannabinoide. Cuando este sistema falla o funciona de manera incorrecta, las consecuencias pueden ser graves.
¿Qué es el sistema endocannabinoide?
Se conoce como sistema endocannabinoide a un conjunto de receptores y sustancias, que asociados generan o modulan efectos en el organismo humano. Su función principal es regular la homeostasis, el equilibrio natural del cuerpo.
Además de los receptores, los más conocidos llamados CB1 y CB2, existen sustancias conocidas como endocannabinoides, la más conocida llamada Anandamida. Estas sustancias son similares a los cannabinoides producidos por la planta de cannabis y funcionan comunicando información a los receptores.
Se puede hablar de tres tipos de cannabinoides: los endocannabinoides, que son los producidos naturalmente por el cuerpo humano. Los fitocannabinoides, producidos por plantas y por último, los cannabinoides sintéticos o artificiales, creados por el hombre.
Todas estas sustancias funcionan de la misma manera: estimulan o inhiben varios o determinados receptores.
¿Cuándo se descubrió el SEC?
El descubrimiento del sistema endocannabinoide está íntimamente relacionado con la identificación del THC, el principal componente psicoactivo.
En 1964, el científico israelí Raphael Mechoulam identificó el más famoso de los fitocannabinoides, el delta-9-tetrahidrocannabinol o THC. Fue Mechoulam junto a su equipo los primeros investigadores en comprobar los efectos psicoactivos de este cannabinoide.
Algunos años más tarde se descubrieron en el organismo humano receptores específicos para esta sustancia pero también un análogo natural llamado anandamida, que significa beatitud o paz en sánscrito. La similitud en las estructuras químicas explica que funcionen en forma idéntica aunque provengan de orígenes diferentes.
¿Cómo funciona el sistema endocannabinoide?
Cuando usamos cannabis, los cannabinoides ingresan a nuestro organismo por diferentes vías: por los pulmones, el estómago, por la piel e incluso por el recto. Una vez en nuestro cuerpo, interactúan con los receptores cannabinoides, que como su nombre lo indica responden a sustancias cuya estructura química corresponde a las sustancias bautizadas como cannabinoides.
Podemos imaginarlos como cerraduras: los cannabinoides son llaves que abren o cierran varios mecanismos. Así se explican los efectos terapéuticos y psicoactivos del cannabis: un desbalance o falla en un sistema puntual, manejado por el SEC, es restablecido por los cannabinoides.
Con los avances en las investigaciones sobre el cannabis, cada vez se descubren más “puertas” en nuestro organismo. Siendo que la principal función del sistema endocannabinoide es mantener el equilibrio, su presencia abarca casi la totalidad del cuerpo humano y sus sistemas.
En el caso de los efectos psicoactivos, el mecanismo es el mismo: los cannabinoides se acoplan a los receptores ubicados en el sistema nervioso central, lo que desencadena los mecanismos internos que modifican nuestra percepción.
¿Cuáles son las funciones del sistema endocannabinoide?
A grandes rasgos, el SEC es necesario para mantener la homeostasis, el sistema de equilibrio que permite al metabolismo funcionar de manera independiente de los estímulos externos, por ejemplo la temperatura ambiente.
A su vez los receptores y los cannabinoides funcionan individualmente en diferentes sistemas, como la mencionada caída y crecimiento del cabello. Lo que sucede es que los receptores ubicados en los folículos capilares interpretan la información transmitida por los endocannabinoides. Estas sustancias, interactuando con los receptores, modulan las fases de crecimiento del cabello.
La lista de funciones “individuales” moduladas por el sistema endocannabinoide es enorme. El apetito, el sueño, los procesos inflamatorios, la sensación de dolor, la recuperación muscular o la cicatrización de los tejidos son algunos ejemplos.
De esta manera se explica el amplio abanico de patologías y condiciones que pueden tratarse con cannabis. Los fitocannabinoides, actuando sobre los receptores, resetean el sistema a nivel local o general. Así podemos encontrar opciones terapéuticas para casos inesperados, como el acné. Se sabe que el CBD puede regular la producción de sebocitos y disminuir la hipersecreción en las glándulas sebáceas.
¿Cómo activar el sistema endocannabinoide?
Naturalmente, el SEC puede saturarse, lo que genera un efecto paradójico: a mayor estimulación, menor cantidad de receptores disponibles. Este efecto también funciona en forma inversa.
Esto es comprobable por cualquier persona usuaria frecuente de cannabis. La reducción o abstención en el uso, en un corto período, aumenta la percepción de los efectos.
Una práctica consciente para disminuir la saturación del sistema endocannabinoide es disminuir la frecuencia de uso y ajustar la dosificación con la idea de utilizar siempre la mínima cantidad que genere los efectos buscados.
Fuera de la frecuencia del uso de cannabis, existen otras prácticas o hábitos que pueden afectar el funcionamiento del sistema endocannabinoide.
La alimentación
En el aroma del cannabis confluyen varias sustancias aromáticas de distintas familias, como los terpenos, flavonoides y otros.
Se trata de sustancias aromáticas volátiles, es decir de fácil evaporación, y las percibimos cuando olemos un cogollo. Estas sustancias son ingeridas o inhaladas junto a los cannabinoides y generan efectos en el organismo humano.
El aspecto interesante de estas familias de sustancias es que no son exclusivas del cannabis sino que se producen en infinidad de otras plantas. El limoneno en los cítricos o el Beta Cariofileno en las especias son dos ejemplos extensamente conocidos.
Algunas de estas sustancias también interactúan con el sistema endocannabinoide. En el caso del mirceno, presente en el mango y algunas especias, mejora la absorción de la barrera hematoencefálica. Esto permite una mayor absorción de cannabinoides en el cerebro, lo que aumenta la percepción de intensidad cuando se usa cannabis.
El limoneno también posee efectos relajantes. El Beta Cariofileno puede reducir la intensidad de los efectos psicoactivos. Cuando son ingeridos en conjunto, generan lo que se conoce como “efecto séquito” y que explica los complejos efectos psicoactivos y terapéuticos del cannabis y sus distintas variedades.
Otros aspectos de nuestra alimentación que afectan al sistema endocannabinoide tienen que ver con la ingestión de algunos tipos de grasas. Los ácidos grasos conocidos como Omega 6 pueden sobreestimular los receptores CB1R y reducir la velocidad de nuestro metabolismo. Este efecto puede inducir a la acumulación de lípidos en el cuerpo.
Al mismo tiempo, esta estimulación de los receptores CB1R al usar grasas como el Omega 6 explica las sensaciones de bienestar que produce la comida “chatarra”.
Actividad física y estrés
La sensación de bienestar que se experimenta luego de realizar actividad física fue en principio atribuída a unas sustancias conocidas como endorfinas. Actualmente, varios estudios indican que dicha sensación se relaciona con los endocannabinoides, devolviendo el equilibrio al organismo luego de un esfuerzo.
Paralelamente el estrés tiene la capacidad de reducir la disponibilidad de receptores cannabinoides, disparando así las sensaciones de falta de apetito, intranquilidad o insomnio. La práctica de actividades como el yoga o respiraciones de relajación influye en nuestra sensación de bienestar y puede mejorar nuestras experiencias con cannabis.