La neuralgia del trigémino es una patología que genera dolor crónico en el rostro. Se debe a la inflamación del nervio trigémino, que transporta las sensaciones de tacto y dolor desde la cara, ojos y boca al cerebro. Quienes conviven con esta patología experimentan sensaciones de dolor agudo, sin previo aviso o disparado por acciones tan simples como bostezar o sonreír. Como otras patologías que generan dolor crónico, puede usarse cannabis para aliviar los síntomas de la neuralgia del trigémino.
En el caso de Nora, ella fue diagnosticada a los 72 años. Luego de años de dolor, el cannabis se transformó en una herramienta terapéutica que le devolvió la sonrisa.
¿Cómo es tener neuralgia del trigémino?
Hay tres nervios que pasan por la cara que generan muchísimo dolor y no se sabe bien por qué sucede, tiene un origen inespecífico. Y así como viene la neuralgia se va. Dicen que no se sabe demasiado por qué se produce. Lo que puedo decir yo es que es de los dolores más fuertes y más bravos que alguna vez sentí. Desde que me apareció tenía un dolor permanente, una vez tuve una crisis fatal.
¿De qué forma podrías describir ese dolor?
Es como si fuera un golpe de electricidad. No podés bostezar, no podés lavarte los dientes ni abrir la boca. En mi caso ni siquiera podía soportar que me cayera el agua de la ducha del lado derecho de la cara. Es un dolor muy difícil de describir, salvo que lo hayas tenido. Cuando tuve la crisis lloraba del dolor.
¿Cuál es el tratamiento tradicional?
Mi neuróloga me dio una medicación, que es la única que existe. Es la misma medicación que se le da a las personas que tienen convulsiones, porque se supone que tranquiliza toda la parte neuronal del cuerpo. Yo estaba tomando una sola pastilla y cuando tuve la crisis me subieron la dosis a tres, pero me producían mucho sueño. Soy una persona activa, soy una abuela que maneja y lleva y trae a los nietos a la escuela.
Me daba miedo subirme al auto en ese estado de somnolencia porque también me mareaba. Me encargo de un montón de cosas, soy una persona muy activa, y en ese estado no podía hacer nada. Hablé con la neuróloga y le comenté que quería dejar las pastillas y le consulté por cannabis. Hay un punto en el que el dolor es tan grande que investigás y buscás todas las alternativas que te ofrecen.
¿Ya habías consumido antes cannabis?
Yo había empezado a tomar cannabis antes de que me apareciera la neuralgia por los dolores propios de la edad. Tengo 72 años y hay molestias que aparecen. Entonces, una amiga me recomendó que empezara porque su hija preparaba el aceite. La verdad, me hizo bien pero era para un bienestar general.
Hace alrededor de dos meses empecé con la neuralgia y ella ahí me recomendó que cambiara de aceite, me hizo otro específico, con otra composición. Con esa crisis tan grande que había tenido sentí las diferencias.
¿Y la neuróloga te acompañó?
Sí. Yo venía tomando cuatro gotas, dos a la mañana y dos a la tarde, y a partir de ahí aumenté a ocho repartidas en tres momentos del día. Fue muy grande el cambio. Hace alrededor de un mes controlé la crisis y puedo hacer una vida normal. Por suerte, además de ser una mujer muy estudiosa, mi neuróloga está muy actualizada y nunca puso obstáculos. Además ella entendía el sufrimiento que tenía.
De hecho, me comentó que este dolor ha provocado suicidios. Ese es el nivel de afectación que te puede llegar a generar. Mis hijos me veían desesperados, nadie sabía qué hacer. También entendió mi planteo con respecto a la medicación. A mi edad tomo un montón de remedios y la ideasumar una que me producía sopor no era lo que quería.
¿Lograste dejar todas las pastillas?
Es una medicación que no se puede dejar de golpe. Es parecido a lo que sucede con los corticoides, que tenés que ir dejándolos de a poco. Ahora llegué a dos pastillas, que es la cantidad con la que había empezado en el inicio del diagnóstico. Todavía me cuesta abrir la boca. Lo hago, pero con algo de dificultad.
¿Notaste de inmediato el alivio cuando cambiaste el aceite?
Sí. Enseguida me dio resultado. La hija de mi amiga me explicó la composición y yo se la llevé a mi neuróloga. Ella me dijo que estaba todo perfecto. Y yo me quedé más tranquila. Ahora camino, manejo y no tengo esa sensación de somnolencia que me tenía tan preocupada. Hoy, por ejemplo, busqué a mi nieto en la escuela, le preparé el almuerzo y pude hacer todo normalmente.
¿Te encontraste con alguna crítica en tu entorno, en personas de tu edad?
Al contrario. Cuando les conté a mis amigas que había empezado con el cannabis por los dolores, dos me pidieron recomendación y ya empezaron a tomar también, y una amiga le está dando al esposo. Yo sé que no es algo tan común porque somos gente grande, pero yo estoy muy abierta. Por supuesto que no estoy a favor de las drogas, pero esto es una sustancia terapéutica.
Además, si bien soy una persona grande, siempre me interesaron los cambios. Siempre estoy en contacto con gente joven y uno así puede escuchar y aprender. Cuando le conté a mi nieta de 26 años que estaba tomando cannabis abrió los ojos gigantes. Le dije: “Esto no es un porro, pero si lo fuera y me hace bien lo fumaría”. Considero que hay que darle espacio a las cosas nuevas, hay que perder los temores frente a lo que uno desconoce. Yo me abrí por el dolor que sentía y me hizo bien.
¿Ahora cómo continúa el proceso?
Todavía no lo sé. No sé si tendré que seguir con esta misma dosis o si eventualmente con el tiempo lo voy a dejar. En estos días tengo consulta médica y voy a preguntar. La neuralgia apareció tan rápidamente y yo estuve tan mal que más que dejar el cannabis yo pienso en abrazarlo.
El aceite alivió el dolor, no me quita calidad de vida ni me genera contraindicaciones. No estoy abombada. Prefiero esto toda la vida antes que pensar en unas pastillas que, sí, son muy buenas, pero me entorpecían mucho la vida.