¿MDMA para tratar la esquizofrenia? La FDA, la agencia estadounidense que fiscaliza la seguridad de sustancias y alimentos, aprobó un protocolo de estudio clínico con MDMA para evaluar su seguridad y eficacia en el tratamiento de la esquizofrenia.
En los últimos años varios psicodélicos cobraron relevancia en el tratamiento de padecimientos mentales, como la psilocibina y la ayahuasca en casos de depresión. Si bien existe evidencia sobre la eficacia del MDMA en casos de estrés post-traumático, se trata del primer estudio clínico que evaluará el potencial de esta sustancia en cuadros de esquizofrenia.
El fin del estudio es evaluar la seguridad de la administración de MDMA en dosis de 40, 80 y 120 miligramos. Paralelamente, se registrará la capacidad de esta sustancia para reducir síntomas característicos de la esquizofrenia grave como alucinaciones, delirios o discurso incoherente durante las 24 horas siguientes a la administración del fármaco.
Puntualmente los investigadores quieren registrar posibles cambios en la sociabilidad de los pacientes evaluados. Uno de los síntomas más comunes de la esquizofrenia es la asociabilidad o falta de interés en la interacción social y se cree que el MDMA puede ofrecer una alternativa terapéutica eficaz para reducir este síntoma.
Si bien la mayoría de los síntomas que genera la esquizofrenia pueden reducirse con el uso de fármacos antipsicóticos, actualmente no existe un tratamiento para la asociabilidad.
MDMA para tratar la esquizofrenia: una alternativa impensada
Comúnmente llamado éxtasis o molly, el MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) es una sustancia ampliamente conocida por su uso recreativo en fiestas y eventos musicales. Sin embargo existe una gran cantidad de evidencia que sostiene su uso terapéutico.
Esta sustancia fue sintetizada por primera vez en la década de 1930 y usada como una anfetamina estimulante, para reducir la sensación de hambre y cansancio en efectivos militares.
Sin embargo su uso decayó ante otras opciones más económicas y recién en la década de 1980 recobró popularidad por las investigaciones de Alexander Shulgin, el químico famoso justamente por “redescubrir” esta sustancia.
Junto a su esposa Ann, Shulgin experimentó con MDMA y registró su efecto empatógeno, es decir la capacidad que tiene esta sustancia para incrementar la sensación de empatía y conexión con otras personas.
Ann Shulgin, psicoterapeuta, escribió varios artículos sobre la capacidad de esta sustancia no sólo para facilitar y mejorar la interacción entre paciente-profesional de la salud sino también para “desbloquear” recuerdos o traumas suprimidos.
Durante la década de los 90 la MDMA se popularizó como una sustancia de uso recreativo, especialmente en la escena de la música electrónica.
Llegó a ser bautizada como “la droga del amor” justamente porque genera en los usuarios una mayor disponibilidad social y emocional para generar vínculos.
Con el tiempo, se realizaron varios estudios sobre su posible uso para el tratamiento del estrés post-traumático, con resultados más que interesantes.
El año pasado, un estudio que revisó la bibliografía disponible sobre los efectos del MDMA en los síntomas de la esquizofrenia concluyó que esta sustancia posee un potencial inédito para tratar esta condición.
De acuerdo al estudio, este potencial reside en la capacidad del MDMA en modificar la función social y el procesamiento de los mecanismos de recompensa.
Existe abundante evidencia sobre el efecto social de esta sustancia, creando vínculos sociales más cercanos y profundos, facilitando así la “alianza” entre paciente y terapeuta y generando un marco de tratamiento con resultados más efectivos.
¿Por qué puede funcionar la MDMA para tratar la esquizofrenia?
“La aprobación es clave porque es interesante que en el campo de la salud mental se pueda observar si es que existen o no efectos terapéuticos presentes en sustancias de uso habitual”, explica a THC Celeste Romero, médica psiquiatra espacialista en enteógenos y docente de la Universidad Nacional de Quilmes.
“Las conocemos desde una cuestión empírica, de personas vinculandose con estas sustancias y conocemos algunos de sus efectos”, asegura.
Justamente la capacidad de mejorar y profundizar los vínculos sociales y la empatía entre las personas es el aspecto que puede volver a la MDMA una sustancia de uso terapéutico para la esquizofrenia.
“Cuando pensamos en una persona que convive con este diagnóstico, en general lo primero que vamos a pensar es en una persona que está teniendo alucinaciones auditivas o visuales o conductas bizarras o delirios y demás pero esos son los síntomas accesorios de esta condición porque son los que se presentan en brote”, explica Romero.
“Los síntomas fundamentales, que son los que están presentes permanentemente, tienen que ver justamente con una alteración en el desenvolvimiento social, en el desempeño social, en lo que tiene que ver con la cognición, con cuestiones que tienen que ver con crear intimidad con otros, en general a estas personas les cuesta mucho socializar y demás”, detalla.
La importancia de los estudios clínicos
Un aspecto fundamental en los estudios clínicos con sustancias sintéticas artificiales (que no existen naturalmente, como sí sucede con los principios activos de las plantas) es la resolución de un problema esencial y creado por la prohibición: la falta de certeza a la hora de saber lo que estamos usando.
“Que se esté estudiando no es un sinónimo de que ya sepamos que es seguro usarlo y fundamentalmente en esta escena de sintéticos prohibidos nunca sabemos cuando es MDMA”, explica la Dra. Romero.
“No pasa por ejemplo con la cannabis, que a lo sumo lo que necesitamos determinar es su quimiotipo o su concentración de cannabinoides y terpenos que hoy en día con la tecnología que tenemos en Argentina lo podemos hacer”, cuenta Romero.
“Con la MDMA no sabemos a ciencia cierta de que se está tratando porque bueno, todavía no están instalados servicios de medición, que a esta altura es una necesidad urgente”