La economía del cannabis en Estados Unidos presenta desafíos que despiertan todo tipo de interrogantes. Con una estructura jurídica que fuerza a las empresas cannabicas a producir de forma vertical en cada estado, la industria del cannabis es lo más parecido a un experimento social a escala real, en vivo y en directo, en el principal mercado del planeta.
A todo esto, a casi nadie escapa que el mercado de Cannabis en Estados Unidos y Canadá está atravesando una enorme crisis.
Luego de años de crecimiento pronunciado, oleadas de legalizaciones de cannabis medicinal y recreativo en cascada y la construcción de mercados de consumo medicinal, recreativo o de “uso adulto”, de productos alimenticios, veterinarios, de producción primaria e industria de servicios especializada, el cannabis está enfrentando por primera vez una fuerte coyuntura adversa.
Con cierres de plantas, desinversiones y endeudamiento creciente, es probable que algunos de los gigantes del cannabis no lleguen a ver el próximo ciclo alcista.
Para dimensionar, el precio del cogollo seco estaba en torno a los 3000 dólares en enero de 2021 en el distrito de Colorado. Alcanza apenas los 658 en octubre de 2022. Mientras tanto, la acción de CURALEAF, uno de los líderes del mercado, pasó de un máximo 18.40 dólares en febrero de 2021 a 4,5 en la actualidad.
Luego de años de crecimiento pronunciado, el cannabis está enfrentando por primera vez una fuerte coyuntura adversa. Es probable que algunos de los gigantes del cannabis el hemisferio norte no lleguen a ver el próximo ciclo alcista.
Lo mismo puede decirse para la mayoría de las grandes compañías que cotizan en bolsas secundarias en Estados Unidos y en la bolsa de Toronto. Las caídas financieras han sido espectaculares, dignas de mercados fuertemente especulativos como el de las cryptomonedas.
De hecho, los índices que reúnen acciones de distintas compañías también reflejan esta barranca abajo del cannabis en los espacios financieros: el índice de cannabis del especialista Alan Brochstein de New Cannabis Ventures, está abajo alrededor de un 75% en el último año.
¿Cómo se llegó a la situación actual? Los motivos son múltiples: baja en el precio de los productos, fuertes restricciones para el comercio interestatal e internacional, sobreinversión, dificultades para el acceso al crédito, competencia desigual con el mercado ilegal.
De fondo, se trata del malogro -al menos temporal- de una estrategia empresarial que se basó en apostar a una división internacional del trabajo en la industria del cannabis, que debería ser acompañada por una legislación internacional pro cannábica que aún se hace esperar.
En este mar de frustraciones e incertidumbres, asoman experiencias que logran montarse exitosamente y circunnavegar la tormenta manteniendo izadas las velas. ¿Qué tienen en común estas compañías? ¿Cuál es el secreto del éxito?
Empresas cannabicas: cannabis comunitario o corporativismo cannabico?
En condiciones normales, el cannabis es simplemente un commodity más. Su producción, respetando ciertos estándares básicos como los que rigen sobre otros cultivos puede ser unificada con indiferencia del origen y adquirida por polos concentradores que luego comercialicen a la industria o directamente elaboren productos industriales como aceites, cremas, comestibles, bioplásticos, entre una infinidad de usos.
Esto no sucede aún con las flores y subproductos del cannabis, para las que no existe un claro circuito internacional, un mercado concentrador o siquiera precio mundial único.
El hecho de que el mercado mundial aún es reticente al comercio de cannabis genera que los mercados cannábicos del mundo están desarrollándose en pequeña escala.
Una especie de proteccionismo forzoso, que engendra un David vs Goliat a la inversa: mientras que hay buena salud y un futuro promisorio en la escala pequeña, hay endeudamiento, acreedores indignados, quebrantos y preocupación en la escala corporativa.
El hecho de que el mercado mundial aún es reticente al comercio de cannabis genera que los mercados cannábicos del mundo están desarrollándose en pequeña escala.
La situación paradójica se generó cuando las principales empresas cannabicas de Estados Unidos y Canadá hicieron una temprana apuesta por la legalización mundial que les permitiera integrar internacionalmente polos productivos primarios con polos industrializadores en los países de origen.
Así, se aprovecharían las ventajas competitivas de la producción de cannabis en países como Colombia, por ejemplo, donde los costos productivos son los más bajos del planeta y para los cuales existen canales de comercio aceitados con los países de norteamérica.
Cuando el progreso de la legislación internacional pro cannábica y las promesas de re-regulación del cannabis en tanto sustancia controlada y legalización federal enlentecieron, la oferta sobreoferta se hizo evidente y comenzaron los problemas.
En este marco, compañías aún pequeñas pero que logran articular decenas, incluso cientos de trabajadores, progresan lejos de los MSOs (Multi State Operators) y los fondos financieros. ¿Qué las distingue?
En el podcast The Cannabis Investing, Rena Sherbill entrevistó al aclamado capitalista cannábico Seth Yakatan, que opinó que la diferencia esta en tener marca, canales de distribución propios, y manejar bien “uno o dos” aspectos de la cadena productiva.
A medida que las empresas cannabicas que logran fidelidad de una clientela al mantener la calidad de sus cosechas, con germoplasmas curados y tecnología de procesos propia, el cannabis “boutique” progresa incluso ante la baja de precios.
En esto juegan un papel fundamental los saberes productivos pre-existentes que se valorizan, la clientela estable y conocida de los vendedores minoristas que se expande sin estelares esfuerzos de marketing (como poner a Mike Tyson o Snoop Dog en una publicidad).
A su vez, el precio que están dispuestos a pagar los clientes por mantener ciertos estándares de calidad en el producto es mayor y se evita la comercialización desde el eslabón primario hacia los vendedores mayoristas, que tienden a planchar el precio.
A medida que las empresas cannábicas que logran fidelidad de una clientela al mantener la calidad de sus cosechas, con germoplasmas curados y tecnología de procesos propia, el cannabis “boutique” progresa incluso ante la baja de precios.
En una industria naciente, son esperables las turbulencias, pérdidas y quebrantos, hasta que el mercado encuentre su demanda, el polvo se asiente y quienes atravesaron el desierto puedan gozar de mejores condiciones de mercado.
La discusión esta planteada entre quienes quisieron tomar el mercado por asalto con enormes inversiones de capital, reuniendo la mayoría de los fondos inversores y el interés accionista, y quienes encararon un proceso basado en las experiencias construidas durante años de prohibicionismo, la fidelidad de una clientela y los pequeños pasos.
El derrotero de esta joven industria en los países del norte se definirá entre estos distintos jugadores y la capacidad que tengan de capear el temporal, cuyo fin no es fácilmente identificable.
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El autor es director del equipo de Economía del CANNABIS que funciona al interior del Instituto de Estudios para el Desarrollo Productivo y la Innovación en la Universidad de José C. Paz