Desde una zona de ensueño a orillas del Paraná, a la altura de Corrientes, los viveros Brest & Brest vienen desarrollando hace años sus sistemas de clonación mediante esquejes, que los tienen a la vanguardia en lo que a producción a gran escala de plantas de todo tipo se refiere: forestales, ornamentales, hortícolas.
Las tareas de Brest & Brest van desde el desarrollo de plantas madres al esquejado, el cultivo in vitro, la rusificación o el repicado. ¿Suenan a procesos muy complejos? No es un inconveniente si el interlocutor es Santiago Brest, uno de los Brest en cuestión y una fuente ineludible para pensar en la posibilidad inminente de la clonación a gran escala de plantas de cannabis.
Para entrar en tema, ¿de qué hablamos cuando hablamos de “producción a gran escala” de clones de plantas?
La clonación a escala implica la producción de una gran cantidad de clones mediante procesos estandarizados que aseguran la transferencia de todas las características de la planta madre a su descendencia. Es una técnica altamente utilizada en cultivos muy distintos, aunque los protocolos de producción suelen ser similares. En Argentina se hace clonación a gran escala de árboles y plantas forestales, ornamentales, hortícolas y otras.
¿Qué ventajas tiene la clonación ante, por ejemplo, el cultivo “desde cero”?
Hay muchas ventajas, comenzando por el acortamiento del ciclo productivo, ya que partimos de un plantín con una edad de entre 30 y 40 días. Eso deriva en una tasa de mortalidad menor, ya que los plantines que crecen de semillas son susceptibles a verse afectados en sus primeras semanas por un complejo de hongos llamados damping-off o talluelo, que produce la pérdida de gran cantidad de plantas en sus primeros estadíos. Además, la clonación permite tener mayor uniformidad en los cultivos, ya que todos los clones tienen la misma edad y no sufren variación genética.
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¿Por qué no hay variación genética?
La clonación es una reproducción asexual, por lo tanto no hay cruzamientos y esto asegura que la descendencia mantenga las características genéticas de las plantas madres.
¿Y cómo se mide la utilidad de una planta madre?
En estos sistemas, la utilidad está dada por su capacidad para dar clones de calidad, que va a depender de las condiciones ambientales, así como del estado nutricional y de la salud de la planta. Por eso se realizan periódicamente análisis químicos, edafológicos (del suelo) y fitopatológicos (de posibles enfermedades) para asegurar una buena calidad de plántulas. En nuestra experiencia con la clonación en viveros, el tiempo promedio de vida de una planta madre es de un año de cosecha, y luego son cambiadas por plantas provenientes de cultivos in vitro, lo cual asegura una alta inocuidad.
Es esperable que también se asuman riesgos al optar por este sistema, ¿cuáles pueden ser?
Son riesgos que se pueden mitigar mejorando las condiciones de producción, para lo que se necesita de un alto nivel tecnológico y humano para asegurar la obtención de clones uniformes y libres de patógenos. Por ejemplo, en nuestro caso la clonación con cultivo in vitro permite asegurar plantas madres libres de virus, bacterias y hongos, que por ende dan descendencias sanas.
La clonación a escala implica la producción de una gran cantidad de clones mediante procesos estandarizados. Es una técnica altamente utilizada en cultivos muy distintos”, explica Santiago Brest un especialista
¿El clima es un factor de riesgo? ¿Qué pasa en países tan grandes como Argentina, donde existen microclimas tan distintos?
El clima argentino es muy diverso y es cierto que esto afecta el desarrollo de un cultivo. Los climas fríos y secos retrasan considerablemente el enraizamiento de los clones, lo que lleva a tener que utilizar algún tipo de calefacción para balancear; mientras que los climas cálidos y húmedos afectan más a la planta madre por el estrés que provocan, y además pueden favorecer la aparición de ciertas enfermedades, especialmente hongos y bacterias. El microclima en el que se encuentra nuestro vivero, por estar a orillas del río Paraná, hace que los inviernos sean leves y los veranos poco calurosos, dando así condiciones ideales para un buen crecimiento y desarrollo de plantines.
Una vez que se produce una clonación exitosa, ¿cómo sigue el proceso?
Luego del cortado de esquejes de las plantas madres, estos clones son llevados a cámaras de enraizamiento en bandejas de 72 alvéolos, en un lugar con sumo cuidado en el control de temperatura y humedad. Esto contribuye a que los clones prendan correctamente y reduce muchísimo el estrés producido por el corte, dos puntos clave en la obtención de un plantín con la calidad y uniformidad requerida por el mercado. Después de un periodo de 10 a 15 días, los esquejes son repicados a macetas de 200 centímetros cúbicos y trasladados a invernaderos donde se termina su desarrollo, también controlando humedad, temperatura y ciclos de luz. Luego de aproximadamente unos 20 días de rusificación, el esqueje está listo para su traslado a los centros de venta.
Hay muchas ventajas, comenzando por el acortamiento del ciclo productivo, ya que partimos de un plantín con una edad de entre 30 y 40 días. Eso deriva en una tasa de mortalidad menor”
¿Qué recaudos se toman para asegurar que ese clon que salió en óptimo estado del vivero llegue en las mismas condiciones a destino?
Encarar una distribución a nivel nacional es desafiante y complejo, debido a la gran extensión del territorio argentino. Esto lo subsanamos con viveros distribuidos en las distintas regiones del país: Mendoza (Corralito), Salta (Orán), Buenos Aires (La Plata y Mar del Plata) y la casa central ubicada en Corrientes (Lavalle). Y para el traslado, desarrollamos un packing de envió con luces y ventilación, lo que permite distribuir a todo el país manteniendo las condiciones ideales en el traslado de las plantas.