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Tomás Sánchez: el pintor cubano que mezcla surrealismo, consciencia ambiental y meditación

La obra de Tomás Sánchez muestra paisajes imaginados, paradisíacos y alarmantes. Bosques serenos y montañas de basura infinitas. Sus pinceladas retratan la belleza de la naturaleza, el predominio de su potencia sobrecogedora, un trabajo que dialoga con tradiciones visionarias.

Sin embargo, otras pinturas presentan desolación, destrucción; el toque humano.

Nacido en Cuba en 1948, emula en su arte los ecosistemas latinos, pero los atraviesa con pinceladas surrealistas. El artista estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes San Alejandro de La Habana y posteriormente en la Escuela Nacional de Arte, desde entonces expuso en Nueva York, La Habana, Madrid, París, Ciudad de México y San José.

El arte pide a gritos una apertura de sensibilidad del artista, en primer lugar, y del espectador para poder conectar, dejarse atravesar. Y la obra en sí misma puede ser un pasaje a otros portales. Las pinturas de Sánchez cumplen esa tarea con creces. Son un estimulante, un ticket de viaje. A dónde vayas dependerá de lo que tengas adentro.

“Luz: afuera, adentro”

“Creo que el destino de Tomás Sánchez es crear con su obra el modelo del mundo que debemos construir de la nada después del Juicio Final. La idea se le ocurrió a un viejo crítico que se había propuesto explorar trazo por trazo los paisajes milimétricos de Tomás Sánchez para descubrir los secretos de su arte, y todavía no ha vuelto a casa”. Así comienza el prólogo escrito por Gabriel García Márquez al catálogo de pinturas del pintor cubano Tomás Sánchez en 2002.

“Tomás Sánchez es un místico”, aseguraba en ese mismo texto y compartía: “Cada vez que puede, dedica horas enteras a arar una parcela del huerto, no para cultivarlo, sino para conversar con la tierra”.

Sánchez de pequeño tuvo un vínculo estrecho con la naturaleza. Su abuelo era un jardinero de una empresa azucarera, su padre trabajaba en el campo y de aquellos años quedaron guardados para siempre en su memoria los paisajes de la Ciénaga de Zapata. Su madre, también forjó ese vínculo porque cada tarde apagaba el televisor para que todos contemplaran la puesta del sol.

“Lo que me interesa es abordar el paisaje desde la experiencia de la meditación”, contaba el propio Sánchez en una entrevista brindada a la CNN. El artista paralelamente al mundo artístico se relacionó con el mundo de yoga y de la meditación y con ella accede a esos paisajes construidos dentro suyo en conexión con el universo.

“Isla y meditador en diagonal”

“Cuando se habla de que he redescubierto el paisaje pienso que realmente lo que los demás ven en mi trabajo es esa singularidad que tiene mi aproximación a la naturaleza a través de la práctica de la meditación”, contaba en esa misma entrevista. Algo similar revela el cineasta David Lynch en su libro En busca del pez dorado, en el que revela que en esos estados supraconcientes encuentra imágenes que después son volcadas en sus películas.

Pintar un mundo de nuevo

Cuando Sánchez comenzó a dar sus primeros pasos en la pintura, una persona que ejerció su influjo fue su profesora Antonia Eiriz, la más importante neofigurativa cubana, pero con el tiempo el paisajismo fue ganando lugar en sus representaciones. En ellas ganó lugar el surrealismo por sobre el expresionismo.

 

La neofiguración proviene del expresionismo y surge en la segunda mitad del siglo XX  y se caracteriza por la vuelta a la pintura de figuras, como reacción al arte abstracto. El surrealismo, a grandes rasgos, propone un trabajo con lo inconsciente, la ensoñación para cambiar el arte y la sociedad.

“Con la puerta abierta”

Las obras de Sánchez muchas veces se catalogan de hiperrealismo, pero su diferencia con esta escuela, es que él no parte de fotos para su creación, su trabajo parte de lo que encuentra en su interior.

 

Su arte comienza a tener reconocimiento internacional a partir de 1980, cuando participa en la XIX Edición del Premio Internacional de Dibujo Joan Miró. Un año después, expuso en la Fundación Joan Miró, Centre de’Estudis d’Art Contemporani en Barcelona, España.

“Encuentro con el meditador de la laguna”

Recibió el Premio Nacional de Pintura en la I Bienal de La Habana en 1984; Medalla la V Bienal de Arte Gráfico Americano, Cali, Colombia, 1986 y Mención de Honor, en la I Bienal Internacional de Pintura, Cuenca, Ecuador, en 1987.La vida de Sánchez oscila entre Miami y Costa Rica y, aunque extraña Cuba, se aferra a la frase: “No vuelvas al lugar donde fuiste feliz”. Mientras tanto, su arte continúa creciendo y se puede apreciar en sus redes sociales donde asiduamente comparte sus creaciones.

En palabras de García Márquez: “Nadie escapa al embrujo de Tomás Sánchez: cuanto más conocemos su obra más la amamos, y más seguros estamos de que si de veras el mundo merece ser hecho de nuevo es para que se parezca lo más posible a su pintura”.