Ahí comenzó su historia con el cannabis. “Yo empecé con el cannabis hace un año, por recomendación del médico que me hace tratamiento del dolor y estuve ocho meses como si no estuviera enferma”, nos cuenta Elba.
El problema, como suele ocurrir en un contexto de prohibición, fue que la medicina que solidariamente le brindaban se terminó. “Se terminó la variedad que a mi me hace bien y tengo una recaída donde estoy otra vez con morfina, con pinchazos por otros tratamientos”. En ese momento, Elba decidió empezar a cultivar.
Para no tener problemas con la ley, con el apoyo de los abogados de Defensa Pública Martin García Ongaro y Dorila Romero, le solicitó a la Justicia de La Pampa una autorización para proveerse la medicina que nadie le garantiza. Pero la Justicia rechazó el pedido. Mientras tanto, Elba ya padece los efectos secundarios de los opiáceos que deterioran su calidad de vida. “El cannabis me había sacado el dolor”, explica.
El Estado provincial se opuso a la autorización porque consideró que en la ley 27.350 de cannabis medicinal no se explicita el autocultivo como medio legítimo de obtención del tratamiento. La ausencia de un registro de usuarios, responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional, hizo posible esa interpretación que perjudicó a Elba.
Por esa negativa, Elba va a avanzar con la presentación de un amparo. La decisión de proteger su derecho recae en la titular del Juzgado Civil y Comercial n°1 de La Pampa, la doctora Susana Fernández. “Hay que esperar que la jueza decida pero voy a seguir adelante”, asegura. “Me están negando mi medicación, están haciendo abandono de persona”.