@uplifted_31
Rosin, el buen prensado. Las extracciones o concentrados de cannabis nacieron en tiempos antiguos para facilitar el almacenamiento o transporte de cogollos por largos períodos o distancias.
La más antigua y conocida del mundo es hachís: la técnica es tan antigua que existen menciones en la historia de los países de Medio Oriente del año 900 DC.
Hace relativamente poco, nació una nueva extracción, esta vez realizada con presión y calor: el rosin. Todo comenzó con un cogollo envuelto en papel para hornear, apretado en una planchita para el pelo. Hoy cientos de empresas producen prensas cada vez más sofisticadas.
Los extractos obtenidos tienen la textura de ceras e incluso de pequeños cristales aglutinados y un color entre amarillento y ámbar. Implica separar la mayor cantidad posible de materia vegetal y que los compuestos activos de la planta queden disponibles.
Se puede realizar con la planta viva (“live rosin”) o recién cosechada (y es mejor realizarlas con cierto porcentaje de humedad en la materia vegetal para facilitar el manejo de la resina obtenida).
También puede hacerse partiendo de hachís en seco, lo que se conoce como “hash rosin”. Para esto se emplea menos presión y menos temperatura. Para prensar se pone el hachís en una bolsa de tela mallada, de pocas micras, con una de 25 puede funcionar.
Una de las últimas técnicas se denomina “Jam Rosin”. Para ella se necesita hacer un hachís a partir de una materia prima de muy alta calidad: flores bien cultivadas, de genéticas con muchos tricomas y bien cosechadas para lograr que la resina llegue intacta al momento de ser extraída.
A diferencia del hashish, estas extracciones contienen mínimas partículas de materia vegetal y su contenido de cannabinoides, terpenos y otras sustancias presentes en la resina es más alto en comparación a otras extracciones.
Si querés saber más sobre rosin, cómo cultivar plantas pensando en este tipo de extracciones y cómo hacerlas conseguí la revista THC 122.