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Guido Adler / Revista THC

Wos con THC: “Las flores están conectadas con el cariño”

Valentín Oliva es uno de los músicos más trascendentes de la nueva cultura argentina. Haber ganado el Gardel de Oro, el premio más pretigioso a la música que se entrega en Argentina, lo prueba.

Además, en lo que a cultura cannábica respecta, encarna las formas en las que una nueva generación está armando su relación con la marihuana: como abrepuertas, como planta, pero también como símbolo sociocultural y asunto artístico. De eso hablamos hace un tiempo. Y todo fue tan natural que fue tapa de la Revista THC.

Wos conoció el cannabis fuera del ámbito familiar, antes de empezar a rapear en competiciones, con un amigo. “Quedamos todos re flasheados”, retoma. Y pese a que las historias de Instagram y el boom del autocultivo parecen indicar que los centennials ya empezaron en la movida cannábica con acceso a cogollos, en realidad también se topan con el 25. “Toda la primera etapa de fumar porro fue prensado y ya volaba. Pero después solo me dio hambre y mucho dolor de cabeza”.

“Las primeras veces que rapeé fumando cogollos fue muy distinto: las flores siempre están conectadas para mí con gestos de cariño, con gente siendo bondadosa”.

¿En qué te cambió conocer las flores?
Ahí flasheé de verdad, pero no solo con el efecto sino con la cultura. La primera vez que uno sacó un cogollo, empezó a hablar de la planta y de las propiedades. “Este es un cogollo, esto es de mi cosecha”, cosas que yo no tenía en cuenta. Ahí pasó a otro lugar, a ser algo especial para mí. Empecé a notar que la gente le pone mucho amor, mucho tiempo, mucha dedicación. Te comparten data y se vuelve más amplio el mundo, más interesante. Las primeras veces que rapeé fumando cogollos fue muy distinto. A diferencia de lo que era pegar prensado, las flores siempre están conectadas para mí con gestos de cariño, con gente siendo bondadosa. Regalar un cogollo de tu cosecha es un gesto de buena onda, de invitarte, de incluirte, eso mismo que pasa con el freestyle.

¿Cómo se relacionan para vos marihuana y música, particularmente con el freestyle?
Tirás una ronda y después de ese freestyle queda algo en el vínculo que está bueno, y pasa lo mismo con el porro cuando pasás un rato lindo. Uno cuando se pone a tirar, se arma una ronda y se va pasando la improvisación de uno a otro, como el faso, y la cosa es el círculo y que vaya girando. Ya cuando empecé con el rap, con mis amigos, un poco antes de ir a las compes, había algo de fumar y rapear. Las dos cosas eran unas pequeñas vacaciones, entonces las hacíamos juntas y era salir de todo lo otro, de cierta rutina. No era que algo me recontra agobiaba, pero igual la existencia cuando sos adolescente ya te pesa, ya es motivo para querer tener vacaciones. Entonces era fumar y ponerse a expresar, en un momento medio clave de la vida, donde tenés una necesidad de sacar cosas. Ahí convivieron un montón porro y freestyle en un nivel más de ritual. Después pasé por procesos de fumar más, menos y de directamente no fumar. El porro siempre está ahí, pero tampoco es indispensable.

En el mundo del trap, por ejemplo, hacen culto de exhibir el porro más grande, la variedad más exquísita, el frasco más lleno en un camarín…
Entiendo que es parte del estilo, pero no me gusta tanto eso.  Yo le hago mi pequeño homenaje al porro en mis canciones, por lo que me significa, que siento que es otra cosa y nunca lo asemejo a otras drogas. El porro está presente pero no es el protagonista, está en mis letras porque está en mi vida, y listo.

“Yo le hago mi pequeño homenaje al porro en mis canciones, por lo que me significa. está presente pero no es el protagonista, está en mis letras porque está en mi vida, y listo”.

¿Cuál es el mito respecto al cannabis que considerás más dañino?
Que uno se mete a drogas duras por la marihuana, basta de ese relato. Uno se mete por situaciones que son muy diferentes, porque le pasa a gente de cualquier lugar, de cualquier onda y posición económica. Lo que hace que caigan en esa no es el porro sino la falta de inclusión o de contención. La falta de un Estado que informe y que contenga y que incluya. En lugar de eso, hay un Estado que te condena a la marginalidad, prohibiéndote todo, para aparecer después al final del camino para castigarte, o a señalarte, y decirte que hiciste todo mal.

Sos parte de un nueva generación, ¿cómo crees que pueden ayudar a mejor el mundo en el que vivimos?
Estando conectados, intercambiando información que es indispensable para después decidir, en cualquier ámbito. Yo no digo: “Hay que fumar porro”, me parece perfecto que haya gente que no quiera, pero sí apuesto a saber qué es, qué propiedades tiene. Yo mismo aprendo cosas de pibes que tienen 15 o 16 años: vienen con unas ideas clarísimas. Eso me da alegría y tranquilidad. Escucho. Siento que hay miles de cosas que no sé. Y está buenísimo poder decir “no sé”. A mí me alivia muchísimo.


Esta entrevista se publicó originalmente en Revista THC 126.