El agente encubierto es una especie de luchador de vale todo. Es más, tiene permitido incluso cometer ciertos delitos en tanto y en cuanto lo haga para cumplir sus objetivos. De esta manera, se transformó en una de las figuras más siniestras que impuso la Guerra a las Drogas que, fogoneada por Estados Unidos, se filtró en todas las legislaciones del continente.
Pero lo macabro, a veces nos deja algunos pases de comedia. En esta oportunidad fue en la ciudad norteamericana de Detroit cuando dos grupos de policías terminaron a las piñas, en principio, por error.
La cosa ocurrió cuando un equipo de uniformados realizaba un trabajo de “presión callejera”. Suena raro, pero es una que sabemos todos: los tipos patrullaban un área identificando y deteniendo usuarios de drogas para, supuestamente a partir de ellos llegar a los grandes narcos.
El problema es que, eligiendo al voleo, esposaron a dos colegas que andaban de civil. A pesar que desde el piso juraban ser policías, el operativo siguió con un allanamiento a un lugar donde había todavía más polis de encubierto. La situación terminó en una batalla campal en plena calle entre los que llevaban la gorra puesta y los que no.
Como resultado, los oficiales que iniciaron la detención fueron suspendidos y el supervisor de los encubiertos “reasignado”. “Es el hecho más vergonzoso que puedo recordar desde que fui designado Jefe”, reconoció el responsable de la Policía de Detroit en una conferencia de prensa, “realmente es la decepción más grande de mis 40 años como policía”.