Raphael Mechoulam nació en Sofía, Bulgaria, en 1930. Su familia fue una de las tantas que escapó del Holocausto. Finalizada la guerra, estudió Ingeniería química en su país. Pero, cuando en 1949 comenzó su vida en Israel, eligió abandonar la Ingeniería y sumergirse en los misterios químicos.
Su carrera como investigador lo llevó a Estados Unidos. Allí trabajó en el Instituto Rockefeller, hasta su regreso a Israel donde ocuparía un lugar en el Instituto Weizmann. En uno de esos laboratorios, Mechoulam haría su gran descubrimiento: el THC, uno de los compuestos activos del cannabis desconocido hasta entonces. Era 1964.
A partir de aquel Big Bang Mechoulam y su trabajo se convirtieron en inspiración para toda una generación de científicos que son quienes, en las últimas décadas, han sumado sus esfuerzos para alcanzar una comprensión más ajustada del complejo y fascinante mundo del cannabis.
Buscando los secretos del cannabis
Primero que nada, ¿por qué decidió estudiar justamente el cannabis?
La morfina ha sido aislada a partir del opio hace 100 años o más. La cocaína también ha sido aislada a partir de las hojas de coca, pero la química del cannabis no era para nada conocida desde un punto de vista científico ni médico, entonces nos parecía importante establecer las bases químicas de la acción del cannabis. Además es una cuestión que hace al trabajo del científico: hay que elegir temas que uno considere relevantes, con potencial.
¿Cómo comenzó con esos estudios?, ¿alguna institución lo apoyó?
Al principio solo lo hizo el director del Instituto Weizmann donde yo trabajaba. A nadie le interesaba mucho el cannabis. Él fue el que me ayudó a conseguir el hachís con el que realizamos los primeros estudios. Era hachís que venía del Líbano y que secuestraba la policía para quemarlo. Nada de mucha importancia.
Usted contó que las primeras muestras con las que trabajó eran ilegales, ¿fue así?
No totalmente. Hubo, digamos, solo algunos errores burocráticos. Por entonces, se necesitaba una autorización del Ministerio de Salud para que se me entregara el cannabis, ni el director del Instituto ni yo lo sabíamos. Simplemente nos manejamos en confianza. Fui a buscar el hachís en colectivo y me dieron 5 kilos sin preguntarme nada. Después me enteré del problema, pedí disculpas, hice los trámites correspondientes y continué recibiendo el hachís.
el hachís con el que realizamos los primeros estudios venía del Líbano y era lo que secuestraba la policía para quemarlo
¿Y es cierto que la prueba en humanos la hizo con amigos suyos?
Sí, fue voluntario. Le pedí a mi esposa que hiciera una torta en casa. Ninguno había usado cannabis antes. A todos les hizo efecto. Algunos se reían, otros se relajaban, otros hablaban sin parar, hasta pude observar un caso de ansiedad. Me dio la pauta de que estábamos ante algo importante. Fueron unos 10 miligramos de THC por persona.
La planta del futuro
¿Qué le parece hoy lo más remarcable en estudios sobre el cannabis?
Hay un montón de estudios hoy en día, pero lamentablemente no hay suficientes ensayos clínicos, me importa insistir con este punto. Se han hecho un montón de trabajos con animales, en bioquímica, muchos trabajos sobre farmacología y más… pero debido a problemas legales no hay trabajo suficiente en el aspecto clínico, generando ensayos clínicos con cannabinoides. Eso se ha dejado casi totalmente de lado. Es decir, no hay ni una sola publicación de trabajos clínicos relevantes sobre cannabinoides, por ejemplo, aplicados en cáncer de humanos.
Creo que los cannabinoides pueden resultar en una gran cantidad de nuevas formas de medicación, en nuevos tratamientos para enfermedades muy extendidas
¿Cuáles son sus expectativas en relación a los beneficios que puede traernos el cannabis?
Creo que los cannabinoides pueden resultar en una gran cantidad de nuevas formas de medicación, en nuevos tratamientos para enfermedades muy extendidas, pero aún nos falta recorrer un largo camino a todos los investigadores. Necesitamos avanzar en más y más ensayos clínicos con personas; si eso no ocurre, nada va a pasar. Ratas… ratas hay un montón, ¡pero las ratas no son humanos!
Ilustración: Nicolás Rosenfeld
Esta nota se publicó en la Revista THC 120, si querés más info sobre el contenido de esa edición hace click.