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La Bonanza Marimbera, era dorada del cannabis colombiano

Se cree que fueron los españoles los que introdujeron el cannabis en gran parte del centro y el sur de América. Se calcula que fue un proceso que se inició en el siglo XVI. Trajeron puntualmente cáñamo, por entonces una planta con una larga tradición en la manufactura de sogas y tejidos.

También pudieron haber sido algunas de las víctimas de la conquista, los africanos que eran secuestrados y traídos como esclavos para dejar la vida en las minas y cultivos.

El puerto colombiano de Cartagena de Indias fue uno de los más importantes centros de comercialización y distribución de esclavos administrado por la corona. Y muchos investigadores aseguran que fue ese el ingreso de la marihuana a Colombia, uno de los países más cannábicos del mundo.

Tierra de marihuana

Hacia mediados del siglo XX el cultivo y comercio de cannabis ya había sido prohibido en Colombia. Pero, como siempre ocurre con las prohibicions, el mercado negro comenzó a crecer. Pronto la producción de marihuana ilegal fue más allá de la costa Caribe y llegó a los distritos de Viejo Caldas, el Valle del Cauca y Antioquia.

Cubierta la pequeña demanda local, la industria de cannabis colombiano comenzó a buscar otros horizontes. Para los 50, la ciudad de Santa Marta se había transformado en uno de los puntos más importantes de salida de cannabis ilegal hacia el exterior, los envíos se comuflaban en barcos bananeros.

Para los 50, la ciudad de Santa Marta se había transformado en uno de los puntos más importantes de salida de cannabis ilegal hacia el exterior, los envíos se comuflaban en barcos bananeros.

Pero el comercio ilegal iba a tener su primer boom en los años 60, gracias a la llegada de hombres y mujeres de Estados Unidos, país que ya conocía la marihuana mexicana.

En nombre de la paz

A principios de la década del 60, el presidente norteamericano John F. Kennedy lanzó el proyecto Cuerpos de Paz. En 1961, más de 50 voluntarios desembarcaron en Colombia.

Dicen que, al llegar a la zona de Santa Marta, los voluntarios descubrieron las maravillas de la marihuana colombiana y fueron los primeros que lo hicieron llegar a Estados Unidos.

Santa Marta. En sus montañas creció uno de los mejores cannabis de Colombia y el mundo.

Cuando el gobierno de Nixon, años más tarde, decide cerrar las fronteras con México con la excusa de combatir el cruce de marihuana. Eso produce dos fenómenos paralelos. Por un lado, muchos norteamericanos comienzan a cultivar su propio cannabis en California.

Por otro, en Estados Unidos había demasiada gente con ganas de fumar. Para ese gran universo la marihuana made in Colombia era una gran alternativa.

Desde la costa Caribe, en tan solo tres horas de avión se podían trasladar miles de kilos de cannabis hasta el sur de Estados Unidos. Fue el punto cero del fenómeno que se conoció como Bonanza Marimbera.

Desde la costa Caribe, en tan solo tres horas de avión se podían trasladar miles de kilos de cannabis hasta las playas de Florida, en el sur de Estados Unidos. Fue el punto cero del fenómeno que luego se conoció como Bonanza Marimbera.

Los cowboys de la marihuana

En su libro Jinetes de la cocaína (1987), el periodista colombiano Fabio Castillo cuenta que al principio de la Bonanza Marimbera, el negocio ilegal estaba en manos de pequeños clanes familiares, que le compraban grandes cantidades a los campesinos y tenían la capacidad para embarcarlas o transportarlas hasta los puntos de distribución rumbo a Estados Unidos.

El incremento en la demanda fortaleció a estos clanes marimberos y, al mismo tiempo, modificó por completo la economía de las regiones cultivadoras. Fue un cambio que los habitantes tuvieron que aceptar sin oposición.

Según un artículo de la revista colombiana Semana de 1982, 300 mil familias vivían del cultivo de cannabis durante la bonanza.

Según un artículo de la revista colombiana Semana de 1982, 300 mil familias vivían del cultivo de cannabis durante la bonanza. En el mismo artículo se afirma que la marihuana producía 2.200 millones de dólares al año, mucho más de lo que el país producía en café o cualquier otro producto de exportación.

Detrás de cada tonelada que abandonaba Colombia en puertos escondidos o pistas de aterrizaje clandestinas, había miles de familias, mayormente obligadas a acatar las leyes del mercado ilegal. Otras, pudiendo organizarse: llegaron a existir pequeños grupos de campesinos que agrupados a modo de cooperativas, producían y vendían cannabis a contrabandistas extranjeros o locales.

Represión a granel

Hacia 1979, el gobierno de Turbay Ayala, secundado por la DEA norteamericana, comenzó una campaña represiva contra el tráfico ilegal.

El plan incluyó el hundimiento de barcos, la destrucción de aviones, autos y camiones identificados con el crimen organizado además de la intervención militar en zonas denominadas “calientes” y la erradicación de cultivos.

Fumigando. En los 70, el Estado colombiano inicia la destrucción de cultivos de cannabis.

En enero de 1979 la tapa de la revista norteamericana Time promocionó un artículo titulado “La Conexión Colombiana” (The Colombian Connection), referido a lo que se consideraba el problema más grave entre las relaciones de ambos países: el narcotráfico. Se hablaba de 100 mil hectáreas cultivadas con cannabis en todo el territorio.

En los 70 comenzaron a destruirse cultivos en toda Colombia. El más grande fue de 40 mil hectáreas en la guajira.

Durante ese año se secuestraron 3.500 toneladas de marihuana y arrasaron miles hectáreas de cultivos. También se encontró el cultivo más grande en aquel momento del mundo: 40 mil hectáreas que fueron descubiertas por el ejército colombiano en el departamento de La Guajira.

Los campesinos, que habían logrado mejorar parcialmente su calidad de vida gracias a los precios altos del cannabis, fueron los primeros en experimentar la represión de la guerra declarada contra los cultivos y el tráfico.

El fin de una era

A diferencia del tráfico de cocaína, los marimberos no controlaban los medios de exportación ni las redes de distribución. Ese poder y sus ganancias quedaron en manos de los traficantes extranjeros que ofrecían al mercado externo un cannabis de excelente calidad y barato.

Los pequeños y medianos marimberos, a veces grupos de cultivadores, desaparecieron. el tráfico pasó a manos de los grandes carteles y la cocaína pasó a ser el producto estrella el mercado ilegal.

Los pequeños y medianos marimberos, a veces grupos de cultivadores, desaparecieron bajo la represión del ejército colombiano al ritmo de los programas de erradicación de cultivos diseñados por la DEA.

El Gavilán Mayor. Así llamaban a Raúl Gómez, uno de los primeros marimberos que serán desplazados por el Estado y los carteles.

Quienes habían hecho del cannabis una forma de subsistencia, más allá del puñado de traficantes que lograron hacer pequeñas fortunas, volvieron a las minas de carbón o a los cultivos legales de poca rentabilidad.

Los grupos que sobrevivieron, por capital acumulado o contactos, se dedicaron a exportaciones más rentables y hasta las guerrillas comenzaron a participar del negocio.

Nacía así, poco a poco, la era los carteles, como los de Medellín y Cali, en lo que sería el auge del comercio ilegal de cocaína. Llegaron tiempos de una competencia mucho más lucrativa y violenta.

El complejo proceso en torno a la Bonanza Marimbera, influyó en las variedades nativas de cannabis. Esas potentes sativas fueron cruzadas con otras genéticas, principalmente de predominancia índica, para mejorar el rendimiento y acelerar la cosecha en el auge de la Bonanza Marimbera. Así, paulatinamente se fueron extinguiendo hasta convertirse prácticamente en mitos.


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Esta nota se publicó en la Revista THC 115, si querés más info sobre el contenido de esa edición hace click.