Hoy, hace trece años, dejaba este planeta Hunter S. Thompson. Fue un ícono del periodismo, psiconauta y leyenda. Fue quien le puso el cuerpo al término “gonzo”, esa forma de ser cronista en la que el autor se mezcla con los personajes y se diluye la línea entre realidad y ficción.
Sus libros “Pánico y Locura en Las Vegas” y “Hells Angels” nacieron de esa intensidad, así como toda su obra. Thompson dejó una estela de increíbles entrevistas, anécdotas bizarras y sobre todo, la leyenda de una vida intensa marcada por sus convicciones.
Viajó por el mundo como periodista freelance hasta que en 1965 le encargaron una nota sobre las bandas de motoqueros que ganaban reputación de salvajes en la Costa Oeste de Estados Unidos. Para eso se compró una moto y se hizo amigo de los llamados Hells Angels. La historia terminó con Thompson golpeado en patota en una discusión por dinero.
Su salto al reconocimiento mundial lo dio con “Pánico y Locura en Las Vegas”, luego llevada al cine por Johnny Deep y Benicio del Toro. Enviado a cubrir una carrera de motos y luego una convención policial, Thompson se desvía en un chaparrón de psicodélicos y malos viajes. En su crónica reparte críticas tanto para la movida hippie como para la sociedad de consumo.
En 2005, entre problemas de salud y la depresión de ver en Bush al próximo Nixon, se suicidó en su rancho con una Magnum 40.
Sus cenizas fueron disparadas con un cañón a las montañas de Colorado, hoy cuna de la regulación del cannabis.