Suzanne Aubert fue una monja bastante particular. Fue una mujer que financió sus obras y mantuvo un convento vendiendo productos medicinales de cannabis. Suzanne murió en 1926, en Nueva Zelanda y en estos días fue postulada para ser declarada Santa por la Iglesia Católica.
La Madre Aubert, como se la llamaba, es un símbolo local de la solidaridad: fue una defensora de la cultura originaria maorí, fundó dos hospitales, un hogar para niñas y niños huérfanos y hasta un coro en la ciudad de Auckland. Pero además doña Aubert vendía productos medicinales fabricados según sus propias formulaciones, que incluían cannabis.
La religiosa es considerada la primera persona en cultivar marihuana en suelos neozelandeses, cosecha que luego utilizaba para sus productos. Esos ingresos servían para mantener su obra filantrópica. Es decir, que además de ser pionera en plantarse, en los hechos fue la primera persona en abrir un dispensario en la zona antes de que se conociera la prohibición.
Fallecida en 1926, un año antes que el gobierno de Nueva Zelanda aprobara la primera ley prohibicionista de su historia, una multitud se unió para despedirla. Fue el funeral de una mujer más concurrido en ese país.
Recientemente fue declarada como “venerable”. Ahora el Vaticano necesita prueba de dos milagros más para canonizarla como santa.