El cultivo en interior es una opción que permite cultivos estables. Se trata de un espacio donde podemos controlar todas las variables climáticas. Es también una alternativa elegida por muchas personas que no tienen un espacio exterior con luz suficiente o bien por una cuestión de seguridad. El cultivo indoor es un universo de detalles técnicos, por eso, vamos a explicarte una de las cuestiones más elementales: cómo acondicionar las paredes.
Preparación de las paredes
La reflexión de la luz consiste básicamente en el rebote de las ondas lumínicas en una superficie. Cuando cultivamos en interior utilizamos una lámpara ubicada sobre las plantas (o en cultivo vertical al lado), de manera que ésta ilumine toda la zona de cultivo.
Para aprovechar al máximo esta luz, las paredes del espacio deben ser adecuadas con materiales que reflejen y distribuyan eficientemente la mayor cantidad de luz, que de otra manera se perdería.
Para aprovechar al máximo esta luz, las paredes del espacio deben ser adecuadas con materiales que reflejen y distribuyan eficientemente la mayor cantidad de luz, que de otra manera se perdería.
Esto incide en mayor producción y ahorro energético, ya que con el mismo consumo eléctrico, al aprovechar mejor la luz se genera mayor cantidad de materia vegetal.
Cómo aprovechar la luz
Pero no sólo mejorando la reflexión de las superficies conseguimos aumentar el rendimiento de la luz de la que disponemos.
La rotación periódica de las plantas en maceta sobre sí mismas es un buen método para darle uniformidad y aumentar el rendimiento de la cosecha.
Otra forma de aprovechar al máximo la luz para hacer rendir la cosecha consiste en colocar las plantas con floración más avanzada debajo de la lámpara y las plantas más jóvenes en el perímetro, ya que en los primeros estadios de la floración la planta procesa menos luz que en los últimos.
Materiales
A la hora de preparar las paredes de un cuarto de cultivo, existen diferentes opciones, siempre teniendo en cuenta de utilizar la que cumpla dos premisas: reflejar mayor porcentaje de luz y acomodarse a nuestras necesidades.
Mylar
Se trata del viejo y conocido PET (Tereftalato de polietileno, el plástico usado para las botellas de gaseosa) pero en forma de film reflectante. Al ser de plástico puede mojarse sin ningún problema y ser limpiado con productos desinfectantes.
Es una de las mejores opciones para acondicionar interiores de madera o aglomerado, como sucede cuando adaptamos un placard o armario ya existente.
Este material puede adherirse a la pared con cinta bifaz o Duct tape (cinta plateada) para removerse en caso de querer limpiarlo a fondo o cambiarlo.
Conviene fijarlo bien, ya que con el tiempo puede curvarse, perdiendo luminosidad y facilitando filtraciones de agua. Recordar ponerlo del lado correcto (el que a simple vista refleja menos luz y se despinta al rasparlo). El mylar de 175 micrones resiste hasta 130 ºC.
En caso de no conseguirlo, es posible utilizar otros materiales con este tipo de superficie refractaria, siempre teniendo cuidado en su instalación.
Pintura blanca en las paredes
La pintura blanco mate es una excelente cobertura si se trata de paredes de material o maderas antihumedad. Es fácil de aplicar y produce muy buenos resultados.
La variante mate es mejor que la brillante, ya que esta última, al ser fabricada con materiales plásticos, absorbe parte de la luz en lugar de reflejarla.
Puede variarse la opción de acuerdo al presupuesto, pero lo ideal es utilizar pinturas lavables, para poder limpiar la suciedad o las salpicaduras.
Para paredes con poca resistencia a la humedad o de madera, la pintura fibrada que se utiliza para techos es la opción ideal, ya que posee en su composición fibras plásticas que al secarse la pintura se unen y evitan el paso del agua. Posee un leve satinado, pero no llega a ser brillante.