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Daniel Loza, cultivador solidario: a dos años de su muerte su cannabis llega al Conicet

La Justicia decidió que las flores, tinturas y aceites incautadas en un allanamiento sean entregadas al CONICET como material de investigación. Es la primera vez que pasa esto en el país.

Detrás de este hecho hay una larga historia. Detrás de la resolución administrativa hay un recononocimiento a un cultivador que ayudó a muchos y tuvo que enfrentar la frialdad de las leyes argentinas. Se trata de Daniel Loza, conocido por muchas personas como El Profe Lozax.

Daniel Loza fue un reconocido cultivador de La Plata. Falleció en 2018, poco tiempo después de ser allanado. Hoy la Justicia le entrega el material incautado al Conicet.

Cuando Daniel falleció en 2018 estaba imputado por “tenencia simple de estupefacientes”. Ese mismo año había sido allanado y detenido al ser acusado de vender de cannabis. Días después, la Justicia reconoció que no había pruebas suficientes para acusarlo de comercio y, sin archivar la causa en su contra, decidió revisar la acusación y concederle el beneficio de una prisión domiciliaria.

Antes de salir de prisión, Daniel le pidió a la jueza de la causa que el cannabis, tintura y aceite incautados no sea destruido sino que sea empleado para investigación y para uso medicinal de quienes lo necesitasen. A las pocas semanas Daniel Loza falleció.

Predominancia solidaria

Finalmente el pedido de Loza fue atendido por la Justicia. El ayudante del fiscal de la UFI N°18, Marcos Boglio, ordenó el lunes entregar al Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM – CONICET) todo el material incautado en el allanamiento del el 18 de mayo de 2018. Es un gran reconocimiento no solo a Daniel, sino a una práctica clave: la del cultivo solidario.

Loza se hizo conocido en el mundo cannábico por su programa de YouTube “Quinto elemento”. Ahí compartió sus conocimientos acerca del cultivo de cannabis y el uso medicinal de la planta.

El trabajo de Loza fue reconocido cuando una de sus variedades formó parte del primer cultivo de cannabis con fines de investigación del país, llevado a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP).

Una de las variedades de Loza formó parte del primer cultivo de la Universidad Nacional de La Plata. Es la primera cepa de cannabis registrada en Argentina.

La cepa, nombrada Quinto Elemento, fue registrada en el Instituto Nacional de Semillas. Se trata de la primera variedad argentina registrada.

Cuando la familia de Daniel pudo ver el estado en que se encontraba lo que la policía secuestró más dos años atrás se sorprendió por el buen estado en que estaba. “Mi viejo envasaba el cannabis al vacío”, nos cuenta Kobunco, uno de sus hijos.

El legado del Profe

“Siempre fue un científico loco”, recuerda Kobunco. Quien habló con nosotros de lo que dejó su padre.

¿Por qué le decían El Profe?
En realidad era electrotécnico, nada que ver con todo el tema de cannabis. Tampoco era profesor. Él era autodidacta, era un súper genio. Participó en la confección de los lavarropas horizontales. De hecho cuando se puso de novio con mi vieja las salidas eran sentarse a mirar los lavaderos automáticos, cómo giraban esos lavarropas horizontales. Eran una novedad. Era un tipo muy inteligente. Siempre decía que la lógica era la madre de todas las ciencias y la matemática su hija mayor.

“Mi viejo ayudó a un montón de gente”, nos cuenta su hijo. “A un flaco que no podía levantar los brazos porque tenía un pinzamiento tremendo mi viejo le dio aceite. Y un día vino a casa y le dijo: “Loco, ¿sabés que hice hoy? Me lavé la cabeza”.

¿Cómo fue que empezó a cultivar cannabis?
El tema fue así. Mi abuela tenía asma, unos ataques terribles. Y una vecina apareció con una plantita y le dijo: “Mirá, hacele un tecito de esto”. Y con el té dormía toda la noche. Entonces mi viejo empezó a investigar de que se trataba. Notó muchos cambios positivos. Y en 2000 él empezó a tener muchos dolores, se hizo estudios y le diagnosticaron hepatitis B y C. La hepatitis C era novedosa en ese momento y le ofrecieron un tratamiento experimental. Le daban entre 3 y 5 años de vida. Y decidió, en lugar de ser un conejillo de Indias, probar con cannabis. Y vivió hasta 2018.

El material que recibe el Conicet está en perfecto estado, ¿siempre cuidaba así el cannabis?
Ya los egipcios se decían que la montaña ejerce presión sobre el carbón y lo modificaba molecularmente, y como resultado el carbón se convertía en diamante. Así fue que mi viejo empezó a ver que la presión era clave para potenciar el cannabis. Empezó poniendo al vacío media manzana verde y a los 6 meses no sólo estaba en casi perfecto estado de conservación, estaba dulce. Como no tenía montaña la sometió a presión indirecta que es la que ejerce el vacío. Hizo lo mismo con el cannabis y logró potenciar todas sus propiedades. Todo lo que cosechaba lo conservaba sometiéndolo a vacío, en frascos de aceitunas de vidrio con tapas que él mismo fabricaba, válvulas de vacío y con motores de vacío que eran motores de heladeras, porque él se dedicaba a arreglar heladeras y lavarropas.

Tenía una forma muy particular de medir la potencia del cannabis, ¿no?
Sí, es que mi viejo no fumaba. Pero sí tenía sus catadores. Venían los muchachos a casa. Entonces inventó una unidad de medida que llamó “el tereso”: medía una pi, dos pi, tres pi, eran las pitadas que necesitaban fumar para sentir los efectos.

¿Cómo usaba el cannabis medicinalmente?
Era un tipo que se levantaba muy temprano, a las 5 de la mañana ya estaba arriba. Usaba tintura. A la mañana le echaba un chorrito al mate o té, lo que desayunase. Y a las cuatro o cinco de la tarde, cuando terminaba de laburar, otro chorrito. Considerable. Después empezó a usar aceite.

¿Ahí fue que empezó a compartir aceite con la gente?
Sí. Hubo casos increíbles. Uno de un flaco que no podía levantar los brazos porque tenía un pinzamiento tremendo. Mi viejo le dio aceite. Y un día vino a casa y le dijo: “Loco, ¿sabés que hice hoy? Me lavé la cabeza”. Una pavada para la mayoría de los seres humanos pero a él le era imposible llevar sus brazos a la cabeza. Mi papá ayudó a mucha gente. Su casa era una selva, producía mucho y regalaba. En una época se gastaba lo que ganaba en alcohol de cereal para hacer los macerados de la tintura. Cuando estuvo internado iba gente a su casa de lugares increíbles, tocaban timbre madres llorando con los nenes, gente grande, abuelas. Venían a buscar aceite y realmente no teníamos. Fue muy fuerte.

¿Cómo se logró la restitución de lo incautado el día que allanaron y detuvieron a tu papá?
El pedido se lo hizo mi viejo a la jueza cuando mi viejo salió de la cárcel y le dieron la domiciliaria. Ya estando preso nos había enviado una cartita diciéndonos que pidiéramos la devolución de lo incautado. El lunes la UFI N°18 decidió que todo lo secuestrado, tanto frascos con flores como tinturas y aceites, vayan al CONICET como material de investigación. Es la primera vez que pasa esto en el país.

“Se devolvieron cosas que estuvieron en manos en las que nunca debieron haber estado. Hay mucha gente para agradecerle. Esto es como recuperar un poquito de mi viejo”.

¿Qué sensaciones te produjo enterarte de la noticia?
Siento que recuperamos un poquito de libertad, lo que nos robaron desde el primer momento en que empezaron a vigilar la casa con un drone. Se devolvieron cosas que estuvieron en manos en las que nunca debieron haber estado. Es muy emotivo que mi viejo sea precedente de un montón de cosas. Hay mucha gente para agradecerle, inclusive a la personas que trabajan en la Justicia. Esto es como recuperar un poquito de mi viejo.