La creatividad en la vida adulta muchas veces no tiene nada que ver con jugar. Es difícil que los que dejaron la infancia mucho tiempo atrás se permitan pensar más allá de lo lógica productiva. Por eso, el objetivo de Puff, Pass & Paint, una experiencia que ya nació hace tres años en el estado norteamericano de Colorado, busca ayudar a que los adultos vuelvan a una “sensación de libertad creativa sin límites”, dicen sus creadores.
Lo singular es el método elegido. Se trata de reunirse, probar alguna variedad de cannabis, poner un poco de música y pintar. La guía de estas notables veladas es la artista plástica Heidi Keyes, quien inició el proyecto en 2014 en su propia casa.
En cada clase, 20 estudiantes son invitados a participar de una ronda de cata y creatividad que dura aproximadamente dos horas. “La idea es que nadie se preocupe por hacer una obra maestra”, explica Keyes, que se muestra partidaria de divertirse como primera búsqueda.
“Algunas personas me dicen que no pintan desde el jardín de infantes”, cuenta la profesora. “Creo que el cannabis relaja y a algunas personas les permite disfrutar de ser creativo de nuevo, y eso es algo realmente importante”.
Parece que la propuesta, lejos de ser un delirio, despierta mucho interés. La prueba es que Puff, Pass & Paint ofrece cursos en las ciudades de Denver, Portland, Washington DC, Los Ángeles, Sacramento y Oakland, y planea expandirse a Boston.
Un escenario impensado en el país que inventó la prohibición del cannabis acusando a la planta de ser un enemigo de la Salud y la moral pública.