Incendios, sequías, pandemia. Todo está conectado y forma parte de una crisis planetaria. No estamos hablando de una amenaza lejana. Si para 2030 no se logra reducir un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero, el planeta colapsará.
Así lo afirmó el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), un conjunto de reconocidos científicos de Naciones Unidas. La advertencia fue hecha hace dos años y señalaron que la catástrofe por el aumento del calentamiento global es un peligro real y cercano.
Sin embargo, el mundo y sus líderes parecen no haber tomado nota del problema. Sólo si miramos el continente americano, de una punta a otra la tierra está en llamas. Desde las sierras cordobesas hasta las montañas de California y Oregon.
Sólo si miramos el continente americano, de una punta a otra la tierra está en llamas. Desde las sierras cordobesas hasta las montañas de California y oregon
Los motivos son varios: a veces se trata de una combinación entre sequías y altísimas temperaturas, otras fruto de irresponsabilidades concretas que van del desmonte a toda costa a la simple ignorancia de lo que una chispa puede generar en estas condiciones.
Números que asustan
Según datos del Servicio Nacional de Manejo del Fuego a los que accedió THC, este año se prendieron fuego 435 mil hectáreas. Esta superficie significa 21 veces la Ciudad de Buenos Aires, 47 la de San Miguel de Tucumán o unos 2.175 estadios de fútbol. Cualquier comparación es aterradora.
La provincia más afectada es Entre Ríos, que ya perdió más de 165 mil hectáreas. Luego, le siguen Córdoba (48.400), Río Negro (35.500) y Santa Fe (29.000). Aunque los recientes incendios comenzaron a finales de agosto, mientras se escribía esta nota los bomberos continuaban combatiendo el fuego.
Según datos oficiales, en 2020 ya se prendieron fuego 435 mil hectáreas en toda argentina, una superficie equivalente a 2.175 estadios de fútbol
Esta semana se registraron nuevos focos de fuego en las islas del Delta y en las sierras de Córdoba, además de Jujuy y Salta.
“Se vive con la noción de la catástrofe como algo que puede pasar en cualquier momento, desde hace tiempo todos los años es lo mismo”, cuenta Alejandro, quien vive en Huerta Grande, en el Valle de Punilla, Córdoba. Mientras hablamos por teléfono, observa las columnas de humo desde la ventana de su casa.
“Al principio del invierno, ya armamos todo para evacuarnos. Preparamos mochilas con ropa, juntamos los materiales inflamables y acomodamos a los animales”, dice Alejandro, quien también sabe qué pasa cuando el fuego se consume.
“Esos terrenos son afectados por distintos emprendimientos. Donde sucedieron los grandes incendios entre 2014 y 2015, hoy pasa la autovía de montaña”, detalla.
Hace un mes, el litoral también respira humo por los incendios que comenzaron en el Delta del río Paraná, en Entre Ríos, y que se observan desde la costa santafesina.
“La situación se vio agravada por la bajada del río, con niveles históricos. Si hubiera estado el agua, se habría frenado el avance del fuego”, dice Jackeline Ermini. Ella tiene 24 años y es parte de Jóvenes por el Clima, una organización que alerta sobre la crisis ambiental para revertirla.
Un futuro en llamas
Enojada y angustiada. Así se siente toda una camada de jóvenes que saben que sufrirán en carne propia las consecuencias de las decisiones que tomaron las generaciones anteriores.
Así nació el movimiento Viernes por el Futuro (FFF, por sus siglas en inglés), el movimiento que encabezó la sueca Greta Thunberg desde 2018 y que se replicó por todo el mundo.
“Nosotros nos sumamos a la ola que generó Greta. Queremos que la sociedad tome consciencia de la crisis ecológica”, le cuenta a THC Eyal Weintrauv (20), fundador de Jóvenes por el Clima Argentina y que forma parte de FFF.
El calentamiento global es un fenómeno que sucede por la emisión de gases como el metano o el dióxido de carbono que liberamos al conducir autos o por la forma en que producimos
“El calentamiento global es un fenómeno que sucede por la emisión de gases de efecto invernadero, como el metano o el dióxido de carbono que liberamos al conducir autos o la forma en que producimos”, explica.
“Estos gases quedan en la atmósfera y hace que los rayos del sol se queden atrapados. Así, la temperatura del planeta aumenta de manera lenta y continuada”, detalla Weintraub.
“Aumentan las olas de calor y se incrementan los incendios”, señala Weintraub sobre la pérdida de bosques que no solo genera una menor absorsión de dióxido de carbono, sino que también se pierden los ecosistemas que retienen las lluvias y hace que las inundaciones sean cada vez más graves.
“La crisis climática es una profundizadora de las crisis sociales existentes porque afecta a las personas que viven en este planeta”, dice Weintraub, quien esta semana se reunió con el Presidente Alberto Fernández.
Para Jóvenes por el Clima, si no se soluciona la crisis ambiental “va a haber millones de refugiados climáticos”, asegura Weintraub.
En Oceanía, parte de las Islas Salomón, un archipiélago del Pacífico donde vive medio millón de personas, ya fueron devoradas por el oceáno debido al aumento de los niveles de agua producido por el calentamiento global.
Qué tenemos que ver
Desde la crisis ambiental hasta los incendios, las acciones de las personas han sido fundamentales. Según un informe del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el 95% de los incendios forestales en nuestro país se produjeron por intervenciones humanas.
Pero no solo ocurre en Argentina; en Estados Estados ya se perdieron unas 800 mil hectáreas por los focos de incendio que comenzaron, a principio de mes, en California. Allí pudimos ver cómo los cultivos y las casas de los granjeros cannábicos fueron arrasadas.
Para tomar dimensión de la catástrofe, en los últimos 50 años Sudamérica perdió el 94% de la biodiversidad. Así lo asegura el informe Planeta Vivo 2020, difundido recientemente.
en los últimos 50 años Sudamérica perdió el 94% de su biodiversidad. Así lo asegura el informe Planeta Vivo 2020
De hecho, la pérdida de biodiversidad puede entenderse como uno de los causantes de la actual pandemia del coronavirus. “Al perder sus ambientes naturales, hay animales que empiezan a cruzarse y trasladan tanto virus como bacterias. Al encontrarse con humanos, aumentan las posibilidades de los virus zoonóticos”, sostiene Weintraub.
Parece distópico, como una novela de ciencia ficción, pero la realidad es que nuestra especie sería la única capaz de extinguirlo todo, como muestra el documental Persiguiendo el Hielo, de Jeff Orlowski.
Aire fresco
El escenario es brutal. Sin embargo la primera acción decisiva empieza por casa: tomar consciencia de que estamos ante una situación grave, que no sólo hará imposible el cultivo de cannabis, sino la vida en todo el planeta.
Luego, toca hacer que lo que nos está pasando sea visible más allá de cada persona y se transforme en una preocupación social transversal.
La Cámara de Diputados está debatiendo en comisiones la Ley de Humedales: permitiría proteger estos sistemas naturales mediante su identificación y conservación. Se trata del 20% de la superficie nacional
Afortunadamente, una nueva generación ya tendió sus redes donde se intercambia información y se acciona para exigir cambios.
Este viernes 25 de septiembre, por ejemplo, se realizará en todo el mundo la sexta movilización internacional contra la crisis climática y ecológica.
En Argentina, habrá proyecciones y transmiciones virtuales donde, entre otros temas, se exigirá el reconocimiento de la deuda ecológica de América Latina.
En este contexto la Cámara de Diputados está debatiendo en comisiones la Ley de Humedales. La normativa permitiría proteger estos sistemas naturales mediante su identificación y conservación. Se trata del 20% de la superficie nacional.
La ley podría ayudar a poner freno a los incendios, como el que sucede en el Delta del río Paraná, precisamente un humedal.
Esta semana la Comisión de Recursos Naturales y Medio Ambiente de Diputados, la que es presidida por el diputado Leonardo Grosso, se reunió por cuarta vez para tratar el tema. Se espera que en poco tiempo el proyecto pase a ser debatido y votado en el recinto.
“Le debemos US$ 44 millones al Fondo Monetario Internacional. Pero, ¿qué pasa con la deuda ecológica del norte al sur?” Necesitamos esos dólares para transicionar a un sistema más igualitario y justo”, asegura Weintraub.
Informe: Santiago Carrillo / @massiveseeds