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Richard Feynman: el psiconauta que reveló la tragedia del trasbordador Challenger

Hace días se estrenó la serie Challenger: el vuelo final que puede verse en Netflix. Se trata de la historia de la tragedia más grande de la navegación aeroespacial.

En 1986, el trasbordador Challenger explotó en pleno despegue. Todos los tripulantes murieron. Entre ellos estaba Christa McAullife, quien iba a ser la primera maestra de escuela en viajar al espacio.

Es importante que acá suene la SPOILER ALERT. No vamos a contar la historia del Challenger, pero sí la de Richard Feynman: el físico y gran experimentador de psicoactivos que reveló el motivo que hizo que el trasbordador se volviera una bola de fuego en el cielo.

La tripulación del Challenger, de pie: Ellison Onizuka, Christa McAuliffe, Gregory Jarvis y Judith Reznik; sentados: Michael Smith, Francis Scobee y Ronald McNair.
Las ecuaciones en colores

Richard Feynman, nacido en Estados Unidos en 1918, fue un físico que se hizo un lugar en la historia como una de las mentes que supo delinear caminos que seguiría la ciencia del futuro.

En la misma línea innovadora y vanguardista del padre del LSD, Albert Hofmann, Feynman poseía un acercamiento no tan tradicional al método científico. En parte por su bagaje cultural o su personalidad y en parte por experimentar de manera singular una habilidad intelectual.

Feynman “sufría” de sinestesia una condición donde la barrera entre los sentidos pareciera volverse permeable: se huelen colores y los sonidos se transforman en imágenes

Feynman “sufría” de sinestesia, una condición donde la barrera entre los sentidos pareciera volverse permeable, lo que mezcla los estímulos de manera que el afectado percibe los
sonidos como aromas o –lo que se conoce como su efecto característico– los sonidos son transformados en imágenes o colores en movimiento.

Feynman durante su época de docente en la Universidad Tecnológica de California, Estados Unidos.

En el caso de Feynman, su condición se manifestaba al observar ecuaciones matemáticas: porciones de los grafemas se destacaban de colores diferentes, permitiéndole descubrir patrones o resolver estos problemas de una manera muy diferente al resto de sus colegas.

Después de pasar su infancia desarmando y armando electrodomésticos y de demostrar excelentes logros académicos durante la educación primaria y secundaria, se graduó en la Universidad de Princeton en 1942.

La bomba atómica y el sentido del humor

Un año después, bajo las órdenes de Robert Oppenheimer y sugerido por el físico Robert Wilson, Feynman fue convocado para trabajar en el Proyecto Manhattan para el desarrollo de la bomba nuclear.

Norteamericanos y alemanes se peleaban por ser la primera nación en domar el poder del átomo para arrasar ciudades enteras. Como la mayoría de los que conformaron ese equipo de trabajo, Feynman aceptó participar por el temor a que esa tecnología fuera usada por los nazis.

Por temor a que los nazis descubrieran la bomba atómica, muchos científico se sumaron al Proyecto Manhattan para desarrollar esa tecnología en Estados Unidos, Feynman estuvo ahí

El Proyecto Manhattan es uno de los mejores ejemplos de cómo el progreso tecnológico puede ser un riesgo en los momentos de crisis ética de la humanidad. En esos largos meses las mejores mentes del planeta se pusieron al servicio de la destrucción.

El rol de Feynman fue secundario en el proyecto, administrando las “computadoras humanas” del equipo, calculando datos y estableciendo protocolos para evitar accidentes.

Mientras sus colegas afrontaban el aburrimiento desde el deber patriótico, Feynman
gastaba su tiempo descubriendo las contraseñas de los candados ue sus compañeros usaban para guardar los documentos importantes.

También estaba detrás del misterio de “Injun Joe”, un indio desconocido que tocaba un bongó y entonaba cánticos en uno de los extremos del perímetro de la base militar.

El espectro era el propio Feynman que, aburrido, disfrutaba de flashear en el desierto.

Del aula al novel

Feynman era conocido por hablar con todo el mundo y explicar las más retorcidas teorías utilizando un lenguaje simple y apuntado afuera del ambiente académico, acercando la física “a la gente común”.

Fue un apasionado docente, actividad a la que se había dedicado luego del Proyecto Manhattan. Su postura era tajante: si un tópico no se podía explicar en una clase de primer año, entonces no se sabía lo suficiente como para enseñarlo.

Cuando una madrugada sonó el teléfono y le anunciaron que había ganado el Premio Nobel de Física, pidió que  mejor lo llamaran durante la mañana y cortó

Durante el resto de su carrera Feynman combinó las aulas con la investigación y la escritura de artículos y libros de divulgación científica. Parte de sus cátedras han sido editadas como textos de referencia, como los tres volúmenes que componen la colección Las clases de física de Feynman, editada en 1964.

En ellos, Feynman y sus colegas Robert Leighton y Matthew Sands exponen desde física mecánica hasta radiación, electromagnetismo y el tema que haría aún más famoso a Feynman: electrodinámica cuántica.

El reconocimiento oficial a su trabajo se produjo una madrugada de 1965, cuando el teléfono despertó al matrimonio Feynman. Eran los organizadores del Premio Nobel, avisando al científico que acababa de obtener el galardón por sus teorías de electrodinámica cuántica, justamente.

En ese momento álgido de su carrera, ante el premio con el que muchos de sus colegas soñaron hasta la muerte, les pidió a los suecos si podían llamarlo a la mañana y les cortó el teléfono.

Feynman durante la ceremonia de entrega de los Premios Nobel en 1965.
EL VIAJE INTERNO

Durante el Siglo XX, mientras instituciones se aferraban a los viejos manuales, una nueva rama del pensamiento científico, con Albert Hofmann -el padre del LSD- a la cabeza, volvía a mirar con asombro el mundo que nos rodea. Ya no se trataba de subyugar la naturaleza al poder del laboratorio, sino todo lo contrario.

Feynman entendió que la ciencia es sólo una herramienta para comprobar o entender el aspecto material, químico y físico de los sucesos. Sin embargo, consideraba invisible las reglas que unen al universo y generan el misterio más grande de todos: la vida.

Feynman trabajó en desarrollar investigaciones para alcanzar un mayor entendimiento sobre la complejidad del mundo en la que la mente humana es un factor determinante.

“El rol de la ciencia no es determinar o probar sucesos, sino demostrar la probabilidad o la improbabilidad de que determinado suceso o fenómeno ocurra”, puede leerse en Seguro está bromeando, señor Feynman (1985), el libro en el que su amigo y colega Ralph Leighton compiló una serie de anécdotas referidas por el propio físico.

Feynman experimentó con marihuana, LSD y ketamina. Contaba que llegó a vivir viajes fuera del cuerpo y que, pudiéndose ver a si mismo desde la distancia, encontró su ego ubicado en la nuca

Quizás por sus acercamientos poco ortodoxos o debido a la curiosidad de experimentar procesos de conocimiento, Feynman realizó varias experiencias de LSD con John Lilly.

Lilly fue un psicólogo conocido por llevar adelante sesiones en las que privaba a sus pacientes, bajo el efecto de psicodélicos, de todo estímulo sensorial dentro de tanques de agua. Su objetivo: alcanzar una vivencia mística.

El interés de Feynman por las imágenes que surgen de las visiones, hizo que se sumergiera en los tanque de agua del famoso Dr. Lilly. Alrededor de una docena de inmersiones de aproximadamente dos horas sirvieron para que Feynman obtuviera lo que buscaba.

Feynman amaba tanto al ciencia como los misterios. “Prefiero vivir en la ignorancia que saber respuestas que quizás sean incorrectas”, dijo una vez

En una de las sesiones en los tanques, creyó encontrar una solución hipotética al misterio de cómo la mente accede desde múltiples perspectivas a la información, al contrario de una computadora, que posee determinados caminos predeterminados.

Marihuana, LSD y ketamina formaron parte del menú que utilizó para facilitar estados visionarios dentro de los tanques. Contaba que llegó a experimentar viajes fuera del cuerpo y que, pudiéndose ver a si mismo desde la distancia, encontró su ego ubicado en la nuca.

A contramano del pensamiento científico dominante, esas experiencias aumentaron su respeto por los misterios de la existencia. “Prefiero vivir en la ignorancia que saber respuestas que quizás sean incorrectas”, dijo una vez, refiriéndose a la manía cientificista por alcanzar y adueñarse de la verdad.

La explosión del Challenger

Hacia finales de los años 70, Feynman fue diagnosticado con un cáncer en el abdomen. La
pelea duró casi 10 años hasta su muerte en 1988.

Pero incluso con su salud muy decaída, participó del comité investigador que resolvió la explosión del transbordador Challenger en 1986.

El trasbordador Challenger despegando la fría mañana del 28 de enero de 1986, segundos después estalló en el aire.

Durante el tiempo que duró la investigación su inteligencia y prestigio, lo volvieron protagonista. Fue él quien se encargó en vivo de revelar lo que realmente había provocado el accidente.

Feynman fue parte de la comisión creada por el gobierno norteamericano para investigar la explosión del trasbordador Challenger. Él se encargó en vivo de revelar lo que había provocado el accidente

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